Subirán se ha negado a contestar al fiscal Tomás Herranz.

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Juan Carrau, Juan Carrau, Juan Carrau. El exfiscal Miguel Ángel Subirán tuvo una respuesta casi para todo en el inicio de su declaración como acusado en el TSJIB. Comenzó su intervención con el anuncio de una querella contra el fiscal, Tomás Herranz y continuó descargando toda responsabilidad sobre el otro fiscal Anticorrupción, Juan Carrau. «Yo no era el fiscal del ‘caso ORA’». Al igual que hizo antes el exjuez Manuel Penalva afirmó que las detenciones en la causa fueron policiales y que él no intervino en ellas. También insistió en que tanto el ‘caso Cursach’ como la investigación en torno a la ORA fueron torpedeadas para sentarles en el banquillo. «Es una ridiculez y un insulto a la inteligencia humana y a los bolsillos de todos los palmesanos. Fue un pelotazo», dijo sobre el segundo, una causa que cerró la Audiencia Provincial con un sobreseimiento libre. Preguntado sobre ese auto en concreto, no quiso responder.

Antes de contestar ninguna pregunta, Subirán anunció que presentará una querella contra Herranz por calumnias. «El fiscal, por cuatro veces en su informe en el ‘caso Cursach dijo que yo dejé de perseguir un cohecho impropio porque mantenía con un policía una relación íntima, especial, sentimental. Creo que dice sexual. Yo, por no entorpecer la marcha, no he movido ficha, pero por supuesto la moveré». Herranz le interrumpió. «¿De dónde se saca usted que yo he dicho eso?» En aquel informe, el fiscal aludió a rumores. Tras esa intervención, Subirán dejó claro que quería responder a la Fiscalía, «pero no a ese fiscal». «El acusado no tiene derecho a escoger fiscal», repuso Herranz, al que la defensa ya había solicitado expulsar de la Sala. Así, ante la negativa a declarar del acusado, el primero y único en la sesión en interrogar a Subirán fue la acusación particular de Miguel Femenía, funcionario encarcelado en el ‘caso ORA’, que ejerce el abogado Ángel Aragón.

Ante cualquier pregunta, por concreta que fuera, Subirán respondió con largas exposiciones, no siempre relacionadas con el asunto. Así, él mismo introdujo todas las tesis en las que basa su defensa: él no era el fiscal del ‘caso ORA’, no decidía en él y, aunque la causa fuera real, su presencia en el banquillo se basa en un complot. «Me jodieron el coche, nos quisieron quemar otro. Me pusieron de rodillas en la plaza del Tubo y me montaron otra en un cine. Tengo trastorno de estrés postraumático crónico, para toda la vida. Estoy jubilado por ese sufrimiento», añadió.

Otro episodio que relata sin pruebas. «Estoy completamente seguro de dónde salió el primer chat. Antes de se incoaran las diligencias yo denuncié en la policía que en una gasolinera de Can Valero dejé el coche en el lavadero, fui a comprar la ficha y cuando volví, el móvil había desaparecido. Por ahí se supo que había chat».

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Preguntado sobre las prisiones del ‘caso ORA’ y los mensajes de wasap en los que se pedía ir despacio con las diligencias para prolongar el periodo de cárcel, respondió:«Me ha molestado tanto la pregunta que no le voy a responder, no porque no tenga respuesta sino porque me ha molestado mucho». También fueron frecuentes sus alusiones a las acusaciones: «La causa hay que estudiarla».

A la hora de explicar que la competencia de la causa correspondía a Carrau, aseguró que tenía documentos que los probaban. Sin embargo, dijo que no puede aportarlos porque los tenía en su despacho en Fiscalía. «Elevé quejas a la inspección fiscal y a la Fiscalía Anticorrupción por lo que tardaba Carrau en despachar el caso. Tenía los documentos. Un domingo fui a Fiscalía, era un fiscal de baja y no pude entrar, habían cambiado la cerradura. El fiscal jefe había dado órdenes para que no abriera ni un cajón ni pudiera coger mis cosas».

Defendió, en cualquier caso la actuación del agente del Grupo de Blanqueo encargado del ‘caso ORA’ y argumentó que existían indicios sobrados de delito. Sin embargo, a la hora de descender al detalle y a responder por qué no valoró algunos documentos que tenían en su mano y desmontaban sus tesis, optó por derivar la responsabilidad en Carrau. También hacia las defensas: «No entiendo como no nos lo enseñaron en las declaraciones. Nos hubiéramos quedado con la boca abierta». «La causa estaba secreta, no me reproche», le replicó el abogado Ángel Aragón.

Antes se había completado el interrogatorio al juez Penalva por parte de las acusaciones particulares. Mantuvo el mismo discurso que el día anterior con la Fiscalía, sin contestar a detalles sobre el contrato del ‘caso ORA’: «Me remito a lo ya contestado». De nuevo aludió a la falta de tiempo y recursos para afrontar la investigación a fondo. «Si hubiéramos tenido tiempo de verdad para investigar la ORA, posiblemente habría más imputaciones. No teníamos capacidad para investigar».

Aseguró que su papel durante toda la instrucción fue imparcial a pesar de los calificativos hacia los detenidos que había en el chat Sancus. Sobre un informe del Colegio de Ingenieros que desacreditaba las sospechas hacia la ORA, respondió que solo lo leyó superficialmente. «Tengo una persona, que es el subinspector Blanco, del que me fío». Insistió en que su función como juez instructor solo le obligaba a valorar la posibilidad de que existiera delito, no su certeza. El juicio sigue el lunes.