Un vecino observa los daños en un todoterreno quemado por el pirómano. | ALEX SEPULVEDA

TW
45

«Se me fue la olla por culpa de las drogas. En Porreres hay muchas». El joven de 22 años detenido por quemar 17 coches y una fachada se derrumbó ante los investigadores de la Policía Judicial de la Guardia Civil y confesó que era el responsable de la oleada de incendios nocturnos.


El detenido, que esta mañana será puesto a disposición judicial, es un vecino del pueblo. Es español de origen marroquí y la noche de los ataques se movió en un patinete eléctrico para acudir de un punto a otro y pegar fuego con total impunidad, desapareciendo segundos después.


Sin embargo, hay un dato que no cuadra a los investigadores: su versión de que había consumido cocaína y porros y que estaba fuera de control contrasta con el hecho de que robó en casi todos los coches que quemó. Es decir, en realidad todo apunta a que pretendía borrar huellas y que la Guardia Civil no llegara hasta él. En su casa, que está ubicada a 180 metros de uno de los incendios que él mismo provocó, se hallaron efectos sustraídos del interior de los automóviles. También ordenadores de colegios, que habían sido robados y vendidos en el mercado negro.

Los agentes han descubierto que incendió los vehículos aplicando la llama de un mechero a la tapicería, y no se descarta que usara también algún tipo de acelerante. Otro dato que ha trascendido, según las fuentes judiciales consultadas, es que el detenido regresó a su casa -esa madrugada- en distintas ocasiones, tras los incendios.

Robaba en los coches, los dejaba envueltos en llamas y ocultaba el botín en su piso. Luego regresaba a las calles en su patinete eléctrico, ajeno al revuelo que se estaba formando en el pueblo. En total, se declararon diez focos distintos, que quemaron por completo trece turismos y afectaron a otros cuatro. La sede de los Serveis Socials del pueblo quedó con la fachada completamente ennegrecida porque uno de los coches siniestrados estaba aparcado justo debajo.

El humo se coló por las ventanas y los archivos de las oficinas municipales quedaron afectados. Los investigadores, con todo, consideran que hubo mucha suerte: si se hubiera tratado de una vivienda habitada los ocupantes podrían haber muerto intoxicados. El acusado, esa noche, fue descubierto escondido bajo un coche. Se olvidó de un detalle: dejó el patinete junto a él, en la calle.