Los gatos quedaron atrapados entre los muros del solar y durante diez años no han podido salir. | R.S.

TW
39

En el número 4 de la calle Miquel Villalonga de Son Oliva (Palma) todo el mundo lo sabía, pero nadie hizo nada. Más de una veintena de gatos han vivido durante diez años encerrados entre cuatro muros sin poder salir. La historia se remonta al año 2012 cuando en un solar donde había una pequeña colonia de gatos se decidió sustituir la rejilla existente por grandes paredes para evitar la proliferación de ratas y cucarachas. El problema, según los grupos animalistas, es que dejaron dentro a los felinos.

«Durante 10 años nadie ha dicho nada. Durante todo este tiempo los animales han tenido que vivir sin cobijo, con frío, altas temperaturas, todo tipo de inclemencias y desprotegidos. Se trata de un claro ejemplo de maltrato animal que ningún vecino se atrevió a denunciar. Un buen hombre les bajaba cada día comida y gracias a ello han sobrevivido. Recientemente, una mujer llegó al barrio, se percató de la situación y fue a buscar ayuda. A partir de ese momento, comenzamos la operación rescate», añade Carolina, reconocida activista amante de los animales.

Lo primero que hicieron fue contactar con el promotor que levantó el muro. El responsable de la empresa les argumentó que años atrás había vendido el solar y trató de defenderse diciendo que en el momento que ordenó levantar el muro desconocía de la existencia de los felinos. Poco después, con la colaboración del grupo animalista Progreso en Verde, consiguieron contactar con la nueva propiedad. Tras mantener una reunión, los responsables de la promotora reconocieron que habían comprado el solar pero que no eran conscientes de esta problemática. Acto seguido, autorizaron a los voluntarios por escrito a que podían acceder al recinto e instalar jaulas para capturar a los gatos.

Durante varios días, se han rescatado un total de 17 gatos que en estos momentos se encuentran en un refugio donde están siendo tratados por personal veterinario y recibiendo los correspondientes cuidados. «No quiero ni pensar en el sufrimiento de estos animales. Nacían las crías y muchas morían. Han pasado todo tipo de calamidades y lo peor de todo es que esta agonía se ha prolongado más de una década en el tiempo. Ahora, afortunadamente, esta pesadilla ha finalizado», concluye Carolina. Desde los grupos y asociaciones animalistas se insiste en la necesidad de denunciar ante las autoridades cualquier caso de maltrato animal.