Antonio y Rafael, dos de los vecinos más afectados por el incendio. | G.R.

TW
2

«Es un traje, ¿pero qué vas a hacer? No te vas a poner a llorar. Piensas que, dentro de lo que cabe, podría haber sido mucho peor porque había una tubería de gas justo encima. La estructura del edificio parece que no ha sufrido daños». Minutos antes de las once de la mañana, Rafael y Antonio regresan a su garaje para comprobar los daños. Son dos de los vecinos más afectados por el incendio en el garaje de la calle Tomás Forteza de Palma. El primero de ellos tiene ahora un coche y una motocicleta totalmente calcinados y otros dos coches parcialmente afectados; el segundo ha perdido un coche y una moto.

Los dos hacen amagos de entrar al garaje pero el olor y las malas condiciones del aire les lleva a mantener cierta distancia, tal y como han aconsejado los equipos de emergencia. Desde la distancia, logran localizar los esqueletos de sus vehículos que se encuentran en el epicentro del incendio. Son los más afectados pero no los únicos, en total cuentan unos veinte vehículos afectados por las llamas y las altas temperaturas a las que han estado sometidos.

«A las 03.30 de la mañana he oído la alarma de incendios. He bajado en el ascensor y al abrir la puerta me ha venido un golpe de humo. He cerrado rápido y he vuelto arriba para llamar al 112. Por la mañana nos ha llamado la policía para darnos la noticia», explica Rafael. No ha sido el único al que ha despertado la alarma. Otro vecino, Toni, que vive en el primero, también fue uno de los primeros en percatarse de lo que estaba ocurriendo. Esta mañana este vecino cargaba agua al lado del garaje: «Las llamas han reventado las tuberías y han tenido que cortar el agua. Los bomberos nos han dicho que si el garaje no hubiera tenido la buena ventilación que tiene nos habrían desalojado a todos. El olor y el humo ha llegado hasta las Avenidas».

Noticias relacionadas

A las puertas del garaje la acumulación de vecinos era esta mañana cada vez mayor. El intercambio de números de teléfono se ha convertido en una práctica recurrente y las caras de los vecinos, que recién se enteraban de lo ocurrido, contrastaba con las de aquellos que desde un primer momento fueron conscientes de lo que pasaba y que por la mañana ya tenían bastante asumida la situación.

Tras la salida de los equipos de emergencia, el garaje ha quedado abierto bajo la responsabilidad de cada uno. Algunos vecinos se planteaban sacar sus vehículos pero finalmente  terminaban convencidos por aquellos que ya habían entrado de que lo mejor era esperar. A los intercambios de números, algunos lo hacían de forma apresurada porque había que buscar una vía alternativa para ir al trabajo, se sumaba el papeleo y las primeras comunicaciones con los seguros.

Por último, los vecinos allí reunidos no pasaban por alto lo que desde hacía unas horas la policía ya estaba investigando: los motivos del incendio. Entre los propietarios el pensamiento era común y afirmaban que se trataba de algo intencionado. Parece que iban bien encaminados.