María Fuster, en el hospital de Son Espases a la espera de ser operada. | Julio Bastida

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María Fuster era una mujer feliz, trabajadora, amante de la danza, el pilates y muy activa. El pasado jueves, a las 19.45 horas, la vida le dio un vuelco al convertirse en víctima de un aparatoso accidente. «Yo estaba comprando en una tienda de la calle Francesc Fiol i Joan, a escasos metros de mi casa, cuando a la salida -que era de noche- un patinete eléctrico que iba circulando por la acera me embistió a toda velocidad. Lo único que recuerdo es un fortísimo dolor en el tobillo derecho y acto seguido me desplomé en el suelo fruto del dolor y de un intenso mareo», apunta María.

El conductor del patinete era un chico muy joven, de unos 18 o 19 años, que fue retenido por varios transeúntes y por el personal del comercio donde sucedieron los hechos. Rápidamente, se avisó a la Policía Local de Palma y a una ambulancia del SAMU-061. A su llegada, la mujer presentaba fuertes dolores y el médico ordenó su traslado urgente hasta Son Espases. Horas después, le comunicaron las malas noticias. «Me dijeron los médicos que tengo fractura de tibia, peroné y dislocación de varios huesos a consecuencia del impacto. Estoy muy dolorida y me administran morfina cada 6 horas para paliar el dolor. Esto es insoportable», añade la víctima. Por su parte, la Policía Local tomó la identificación del joven que conducía el patinete, que también estaba muy afectado y asustado en ese momento. El joven pidió perdón diciendo «no te había visto, perdona. No te había visto».

Importante destacar que el vehículo de movilidad personal implicado en el accidente, todo apunta a que circulaba más rápido de lo permitido, por una zona prohibida, sin luz ni seguro obligatorio. «¿Ahora quién paga todo esto? Yo estoy de baja del trabajo, me voy a tener que ir a casa de mi hija a vivir porque no puedo hacer nada, no puedo moverme. Es más, están hablando de seis meses para poder poner el pie en el suelo y después, tres más de rehabilitación. Siempre y cuando las operaciones vayan bien. Me tienen que poner unas placas, tornillos de por vida y ....(se produce un silencio). Me han destrozado la vida. Mi danza, pilates, el trabajo», concluye. En el hospital la acompaña Claudia, su hija y apoyo incondicional. «Ahora tendrá que venir a vivir a casa y se lo tendremos que dejar todo preparado. No puede moverse ni apoyar la pierna», señala.
Ambas mujeres solicitan a las autoridades competentes mayor control y vigilancia a los patinetes.