Imagen de archivo del juicio. | Alejandro Sepúlveda

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La mujer del responsable de una discoteca de la Platja de Palma ha denunciado la mañana de este lunes que sufrió durante años acoso por parte de tres agentes de la policía local. «Sobre la conciencia de algunas personas está la muerte de mi marido». Sin embargo, introduce un giro: el local en el que estaba el negocio era propiedad de Bartolomé Cursach. «Él fue a declarar por lo que le había pasado con los policías», dijo. El fallecido envió una carta al juzgado de Instrucción para aclarar esos extremos y defender a su antiguo socio. Ese documento no se encuentra en los autos. «No se qué pasó con él, pero nuestro abogado lo entregó».

La testigo contó que, en sus últimos años, su marido le confesó la situación vivida en la discoteca. Habló de un cierre durante dos meses por tener una caja de cerveza en la salida de emergencias y de presencia constante de agentes en la puerta. Según la versión que le dio su marido, el motivo es que se había negado a contratar a policías locales para que llevaran la seguridad del establecimiento. «A los vecinos nunca iban». En la sesión también compareció una antigua trabajadora del bar Sa Trobada, uno de los que ejercen la acusación particular. Afirma que había inspecciones «horribles»: «Encendían todas las luces y nos ponían contra la pared».

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Relató un incidente con un agente durante un control de drogas en el local en lo que ella interpretó como una coacción de índole sexual. Sin embargo planteó dudas en el reconocimiento de esta persona. «Me parecían dos o tres que fueron los que yo ví, pero era de noche, no me he quedado con la cara». También aparece alguna contradicción entre su versión inicial y la que dio en el juicio y las defensas plantean dudas sobre cómo llegó a la causa. El tercer testigo del día trabajaba de camarero en un bar de Platja de Palma y relató que dos policías locales le dieron el alto después de comprar cocaína. Le pidieron ayuda para que hiciera una compra otro día y así detener al camello. Asegura que se negó y que, días después, los agentes fueron al bar en el que trabajaba y hablaron con el dueño. Según le dijo este le trasladaron que, si no cooperaba, el local tendría problemas y que se lo cerrarían.

El fiscal preguntó entones qué pasó después. El testigo asegura que jamás volvieron y que el establecimiento no tuvo problema alguno a pesar de su negativa. Ante esta declaración, el Ministerio Público ha renunciado a otros dos testigos que tenían que confirmar esta trama de la acusación inicial. El quinto testigo del día también ha sido renunciado por las partes. El motivo es que no ha podido ser localizado. Se trata del antiguo responsable de un burdel, el Templo del Faraón, que denunció en su momento presiones de policías rivales para instalarle el aire acondicionado y el servicio de videovigilancia en el establecimiento. Este conflicto fue uno de los primeros detonantes de la investigación y de las primeras detenciones en el año 2014.