El agente de la Policía Nacional fallecido, José Carmelo Gálvez.

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La prima del policía nacional José Carmelo Gálvez, fallecido el pasado jueves en Palma tras una grave enfermedad, ha escrito una emotiva carta de despedida al agente, «un guerrero que pese a saber que tenía su batalla perdida se negaba a deponer sus armas». El policía, que tenía 42 años, estudió en el Puig de sa Ginesta y en el instituto IES Calvià. José Carmelo estaba destinado en el aeropuerto de Palma y anteriormente estuvo en la Comisaría de Manacor. Los compañeros que trabajaron con él lo recuerdan como una persona «muy buena y trabajadora».

La noticia de su fallecimiento causó una gran conmoción en la Jefatura Superior de Palma y en la Urbanización Galatzó de Calvià, donde nació y pasó buena parte de su vida. El agente apasionado de las artes marciales y la nutrición, contaba con un nutrido grupo de amigos que mostraron su tristeza a través de las redes sociales por tan pronta marcha. José Carmelo deja una hija de dos años.

Su prima Maribel Pérez, en nombre de la familia, firma este texto como homenaje de despedida a un «héroe», «un ejemplo de lucha, coraje y valentía»:

«No tengo palabras para explicar cómo hemos llegado a este momento, a punto de narrar el que, sin duda, es el texto más doloroso de mi vida. El día que me asignaron esta tarea, por petición de mi prima, se me vino el mundo abajo. Me estaba pidiendo un imposible, que hablara de un ser querido que en esos momentos estaba luchando por su vida. Un héroe para sus padres, hermana y familia. Un ejemplo de lucha, coraje y valentía. Personalmente, creo que donde estás hoy es un sitio mejor gracias a ti. Una vida dedicada a los demás, al servicio de todos… Una persona joven, generosa, un padre ejemplar de una niña de dos años, un hermano incondicional, un hijo cariñoso y entregado a sus padres y, para el resto de la familia, amigos y compañeros de trabajo…alguien que recordaremos como un ser maravilloso que a cada uno de nosotros nos enseñó algo. Y sí, Jose Carmelo, estamos todos reunidos aquí por ti.

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Pienso en tu imagen y me recuerdas a un espartano, ese guerrero que aún sabiendo que tenías la batalla perdida, te negabas a deponer tus armas y te mantuviste firme hasta el último momento, con un dolor inimaginable defendiendo un último suspiro de tu vida. Incluso sacabas fuerzas para apoyar a tus padres y hermana, porque eras consciente de su sufrimiento.

Nos dejas un vacío y una pena muy grande, pero todos lucharemos juntos. Haremos que te sientas orgulloso de ver una familia unida, que es la mejor forma de devolverte todo lo que tú nos has dado. Nos sentimos muy orgullosos de ti, Jose Carmelo. Cualquiera en tu lugar hubiera tirado la toalla. Nos has enseñado a ver la vida de otra manera. Recuerdo tus palabras en esos días tan horribles, cómo valorabas un rayo de sol en tu cara. Lo decías con una sonrisa llena de vida. Por eso te prometo que viviré mi vida gracias a tus enseñanzas, sin dar importancia a los problemas y siendo feliz con los pequeños detalles y haré que tu hermana también lo haga. Esa es nuestra promesa eterna. Viviremos, moriremos y nos volveremos a abrazar.

Te quiero, te queremos, te admiramos y sobre todo, prohibido rendirse, ni un paso atrás.

Nos vemos primo, descansa en paz».