El imputado en una sala de lo Penal de Palma. | Juan P. Martínez

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Ofrecía sus servicios como fisioterapeuta en Palma sin tener el título oficial para poder ejercer. Aun así recibía la visita de personas en su domicilio, en el centro de la ciudad, para intentar aliviar sus dolencias. En apenas cinco días, entre el 26 de septiembre y el 1 de octubre de 2019, abusó sexualmente dos veces de la misma paciente.

Ayer, en una sala de lo Penal de Palma, el procesado, de 77 años de edad, admitió los hechos ante la juez y aceptó dos años de prisión e indemnizar a la víctima en 8.000 euros por los daños morales y la secuelas sufridas.

El 26 de septiembre la víctima se presentó en la consulta del fisioterapeuta para ser tratada de una contractura cervical. El hombre la atendió y le pidió antes de nada que se quedara en ropa interior y se tumbara en la camilla sin ofrecerle nada para que se tapara las zonas que nada tenían que ver con sus molestias. En un momento dado del masaje que realizaba, el imputado colocó sus testículos sobre la mano de la denunciante y le tocó la parte superior de la vagina. A pesar de las rarezas del varón, la mujer regresó a la consulta cinco días después pensando que el episodio anterior tuvo que ser un desafortunado error del fisioterapeuta. Pero estaba equivocada.

El 1 de octubre, también en el piso del acusado, este le pidió a la fémina de nuevo que se quedara en ropa interior y poco después que se desnudara. Las extrañas peticiones del procesado no acabaron ahí. Durante el masaje le ordenó que se pusiera a cuatro patas y, como en el episodio anterior, volvió a colocar sus testículos en la mano de la mujer. Para acabar de rematar el asunto, el hombre le dijo a la mujer que tenía mal la cadera y que tenía que introducirle un dedo en el ano para arreglar el problema. La paciente, evidentemente, se negó a ello. Poco después denunció los hechos a la Policía Nacional, que detuvo al procesado.

A petición de su abogado, y tras el visto bueno de la fiscal, la pena de prisión quedó suspendida por un plazo de dos años con la condición de que no vuelva a delinquir en ese periodo y abone la indemnización a la víctima, a la que no podrá acercarse a menos de 500 metros en cinco años.