Imagen de la Audiencia Provincial de Palma. | Alejandro Sepúlveda

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La Audiencia de Palma entiende que saldar una deuda contraída de forma voluntaria con felaciones o «convertirse en su xiribeva» mientras liquidara el préstamo pendiente no es constitutivo de delito.

La Sección 2 de la Audiencia de Palma, presidida por Diego Gómez-Reino, acuerda desestimar el recurso de apelación interpuesto por la víctima y descarta a su vez la existencia de un delito continuado de coacciones. Todo ello, en contra de la petición del ministerio fiscal y del propio juez instructor.

Los hechos

La historia se remonta al mes de septiembre de 2019, cuando la mujer, debido a problemas económicos importantes, decidió pedir ayuda a su excuñado, un varón de 58 años. Tras establecer las condiciones de la deuda, la dicente recibió un ingreso en su cuenta de 15.000 euros. La excuñada dice que no estipularon ningún plazo ni cantidad de dinero para solventar dicho préstamo. Es decir, que iría devolviéndolo así como pudiera.

Pero a los pocos días, siempre según consta en la denuncia, el hombre le indicó que debido al favor que le había hecho con el dinero, ella tenía que hacerle dos o tres ‘biberones' (felaciones) por semana. Hasta en cinco ocasiones llegaron a verse, entablando una conversación y finalizando la cita siempre con sexo oral. Todos estos encuentros tuvieron lugar en el interior del vehículo del denunciado. Cuatro de las relaciones se mantuvieron con el vehículo estacionado en el desvío de Son Gual y la quinta en un descampado cerca del centro comercial Alcampo.

La mujer explica que en todo momento se sintió muy amenazada por su excuñado con frases como: «Si me haces lo que me gusta, no tienes ni puta idea de lo contenta que estarás de mí. Porque yo soy muy radical. Yo tanto puedo ser agresivo como vengativo. ¿Eres consciente de lo que te acabo de decir? No tengo muchas piedades el día que me pongo en plan de combate. No lo debes poner en duda». Y para acabar con una frase lapidante: «Mientras dure la deuda conmigo me harás de xiribeva (puta)».

Días atrás, la mujer, muy presionada, decidió contar los hechos a su madre y a un amigo. Cuando el excuñado se enteró que lo había contado, muy envalentonado le dijo a la mujer que en su próxima cita llevase el móvil con mucha carga de batería, para grabar todo lo que tenía que decir y lo escucharan esas paparres. A partir de ese instante, el acoso fue continuo, con llamadas y mensajes amenazantes (presentados en la denuncia ante la Policía Nacional).

Nuevas amenazas

El día 3 de enero, la denunciante recibió una carta certificada en la que se le vejaba. También mantenía una advertencia, «o cumples o te denunciaré».Los abogados de la víctima solicitaban la incoacción de un delito de abusos sexuales. El juez instructor lo quería dejar en coacciones graves y la Fiscalía en coacciones leves. Al final, la Audiencia lo desestima.