El dueño de la casa era «conflictivo» y está ahora en paradero desconocido.

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La Guardia Civil continúa buscando este viernes a Guzmán, el hombre de 50 años que provocó en la madrugada de este pasado jueves la gran explosión de su vivienda en Torrevieja que ha generado importantes daños en las de sus vecinos: seis de ellas están destrozadas, y una decena con graves estragos.

Guzmán acumula un amplio historial de delitos, denuncias y condenas, y sus vecinos han asegurado que es una persona bastante conflictiva y que les había amenazado en varias ocasiones en el pasado, entre ellas con «volar» el edificio, e incluso que había intentado agredirles en alguna ocasión.

Uno de sus vecinos afirma que «está mal de la cabeza» y que él le ha puesto varias denuncias por amenazar a los vecinos, incluidos a sus hijos, la última este miércoles. Este hombre cree que esta denuncia pudo suponer «la gota que colmó el vaso» para que el hombre pusiera en práctica sus amenazas de hacer volar el inmueble.

Ha relatado que por la difícil situación decidió que su mujer e hijos fueran a dormir a casa de su suegra y que él pernoctó en el sofá del salón la noche que se produjo la explosión, lo que le ha salvado la vida porque el dormitorio da pared con pared con la vivienda de la deflagración.

«De mi casa lo único que ha salvado es el comedor (donde él ha dormido) y parte de un cuarto de baño», explica.

Otro vecino de la tercera planta ha manifestado que «la explosión ha sido enorme» y ha añadido que le «ha tocado la lotería» porque no han sufrido daños ni él ni sus vecinos, y ha confesado que no preveía que hubiera una situación así.

Respecto a la búsqueda del autor de los hechos, los agentes creen que sigue en Torrevieja y han comenzado la investigación centrándose en los lugares a los que iba a beber o a consumir estupefacientes.

En su domicilio han sido halladas nueve bombonas de butano, tres de cámping gas, varios botes de pintura y latas de gasolina. Un portavoz de los bomberos que han trabajado en el edificio ha informado de que las bombonas de butano estaban «estratégicamente repartidas» por la casa, que se sitúa en una primera altura en el cruce de la avenida Diego Ramírez y la calle Apolo.