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En la batalla vietnamita del valle de Ia Drang, en 1965, los helicópteros norteamericanos demostraron la capacidad de la caballería aérea para abastecer a las tropas aisladas. Ahora, 55 años después, en otro conflicto casi bélico, el del coronavirus, el helicóptero de la Guardia Civil de Palma ha tenido un papel clave para trasladar suministros y personal cuando la pandemia obligó a cerrar las islas. Y el archipiélago quedó bloqueado.

Por primera vez un equipo de Ultima Hora ha podido volar en el ‘Cuco’, como así denominan en la Benemérita a su nave aerotransportada. La cita es en la base militar de Son Sant Joan, el jueves al mediodía, y tras pasar por estrictos controles militares llegamos al hangar del Servicio Aérea de la Guardia Civil. Su jefe, el teniente Toni Roca, es ya casi una leyenda en el Cuerpo. Lleva 25 años con el uniforme, 16 de ellos como piloto, y en los últimos cuatro ha sido el máximo responsable del ‘Cuco’. Su pericia a los mandos, al igual que la de su equipo, no es cuestionada por nadie.

Dotación

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La unidad tiene una dotación de cinco pilotos, cuatro mecánicos y un oficinista. El EC 135 es un aparato moderno, con cifras vertiginosas: «Podemos llegar a Calvià en poco más de cinco minutos. La velocidad de crucero es de 200 kilómetros por hora», resume el teniente, tras la mascarilla obligatoria que ha impuesto la pandemia. La autonomía de vuelo es de 2,3 horas y con el depósito auxiliar de combustible la nave podría plantarse en Madrid. «Somos una unidad de apoyo -remarca el oficial-. Si hay un rescate de montaña trasladamos a los equipos de montaña, si hay un operativo de la Policía Judicial sobrevolamos la zona donde están trabajando y si, como hoy, tenemos a un submarinista desaparecido en el mar, apoyamos a las lanchas en la búsqueda desde el aire». Y, en efecto, confirmamos las palabras del teniente: desde Son Sant Joan a Portals Vells, a más de 180 kilómetros por hora, solo se tarda seis minutos en llegar. La ventaja del cielo, libre de atascos. Los sargentos Jorge Cuadrado y Rafael Pasantino son los pilotos del vuelo, que es relativamente plácido. Sólo cuando el ‘Cuco’ sale del mar y se acerca a la costa, las turbulencias aumentan. Desde el aire, la explosión urbanística de Palma y los municipios colindantes es impactante. Y hay otro detalle: la capital, en concreto sus edificios y casas, están salpicadas de piscinas. Las hay de todos los tamaños, pero en los últimos años han proliferado de una manera salvaje. El teniente Roca rememora los primeros días del virus, tan lejanos y que en realidad llegaron en marzo. «Suministramos el material necesario mediante vuelos y trasladamos a personal del cuerpo. También dimos apoyo a las patrullas terrestres, cuando se decretó el confinamiento. Vigilábamos que nadie se lo saltara». El ‘Cuco’ acechaba a cientos de metros de altura, con su silueta inconfundible, en blanco y verde. En general, para el oficial, «la gente se ha comportado, aunque hemos tenido casos de imprudentes que se saltaron el confinamiento y los descubrimos. En Cala Torta sorprendimos a uno que llevaba acampado ocho o nueve días, en una tienda de campaña cerca de la playa. Era un alemán que había venido de México, se peleó con su novia y como lo echaron se fue al parque natural». El tipo en cuestión pensaba que estaba en su casa, pues pintó hasta los árboles de las inmediaciones con símbolos pacifistas.

PALMA.

Pero antes del coronavirus el Servicio Aéreo ya tenía un papel clave en la seguridad en Balears. Durante 2019 llevaron a cabo 128 rescates, la mayoría de ellos en la montaña.

Los auxilios, en muchas ocasiones, son en colaboración con los Bomberos de Mallorca, con los que el Servicio Aéreo tiene una espléndida relación. También trabajan con el 112 o con Protección Civil. En los últimos años, los rescates han cambiado mucho. La tecnología, también. La búsqueda que antes podía ser un quebradero de cabeza, ahora se arregla con un WhatsApp de ubicación del excursionista en apuros. También ha cambiado el perfil del rescatado: hace años solían ser jóvenes y en la actualidad sube mucho la media de edad. El 69% de los excursionistas son extranjeros, que además saben que el operativo es completamente gratuito para ellos. Y eso que cada hora de vuelo del ‘Cuco’ supone un coste de 1.400 euros. El equipo aéreo recuerda un rescate, en Cala Deià, en el que una pareja de extranjeros fue auxiliado. El hombre no quería subir al helicóptero, hasta que le explicaron en su idioma que no le costaría nada. De repente se le dibujó una amplia sonrisa y entró rápido en el aparato.