El juez pensaba que alguien había accedido a su domicilio y que le había movido una maceta de sitio

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La psicosis de amenazas entre los antiguos investigadores del ‘caso Cursach' queda patente en un nuevo informe policial. El juez Manuel Penalva denunció y movilizó al Cuerpo Nacional de Policía porque, decía, habían entrado en su casa para amenazarlo.

Inspectores de la Policía Nacional han presentado dos nuevos informes ante el Juzgado de Instrucción número 12 de Palma donde se recogen otras conversaciones y mensajes de Whatsapp entre Penalva; el fiscal anticorrupción Miguel Ángel Subirán, y los responsables del Grupo de Blanqueo.

Verano de 2016

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En este informe se refleja que en verano de 2016, encontrándose el inspector jefe Antonio Suárez ejerciendo el cargo de la Brigada de Policía Judicial, le comunicaron que la inspectora B. R. A. –detenida posteriormente en el marco de la causa– no acudiría a trabajar porque estaba enferma. Pero esa misma mañana tuvo constancia de que la agente se encontraba con el juez Manuel Penalva y en su domicilio, ante una denuncia verbal por parte del magistrado en la que indicaba que le habían entrado en su domicilio y le habían amenazado moviendo una maceta de la terraza.

El hecho se había comunicado al Grupo de Robos, que se hizo cargo de la investigación, demostrándose ese mismo día que se trataba de una falsa alarma y que fue la mujer de la limpieza que la movió en el desempeño de su trabajo. De hecho, en las conversaciones interceptadas puede leerse como el magistrado buscaba intensamente al comisario Antoni Cerdà (ahora jubilado) para que le enviara a la Policía Científica.

Sobre las 9.35 horas de la mañana, el juez hacía saltar las alarmas: «Creo que han entrado en casa. Me falta hablar con la limpiadora. Hay plantas movidas de sitio. En concreto una muy grande que pesa un huevo y dudo que ella haya podido. La han movido 15 metros. Si es conveniente tomar huellas prefiero hacerlo antes de que venga M... Es mejor que ella no sepa nada». A las 15.05 horas, era el propio Penalva quien escribía en el grupo. «Falsa alarma lo de casa y pobre inspectora malita y castigada. Ha sido la limpiadora que con 70 años ha movido ella solita una planta para qla que ha hecho falta dos cachas de policías para ponerla otra vez en su sitio. Joder».

Por otro parte, el inspector jefe Antonio Suárez, al tener conocimiento que la inspectora B. R. A., que estaba ausente del trabajo por enfermedad, estaba realizando gestiones policiales de otro grupo, la llamó para recriminárselo y ésta, «de forma chulesca», le pasó el teléfono al juez Penalva. El magistrado, sin más, le advirtió que estaba trabajando a sus órdenes y que la «dejara en paz».