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La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Baleares juzga este martes a un hombre que, a pesar de que tenía una orden de alejamiento recién interpuesta, consiguió convencer a su expareja para quedar con ella y, tras esto, la retuvo encerrada, la agredió sexualmente, le pegó la drogó y le robó el teléfono móvil.

Según el relato del Ministerio Fiscal, al acusado, A.D.B., se le impuso una prohibición de acercamiento a su ex el 21 de octubre de 2017 en el marco de unas diligencias relacionadas con un delito de malos tratos. A pesar de esto, a las pocas horas la llamó por teléfono de manera insistente y consiguió quedar con ella en su domicilio de Palma.

Desde esa noche hasta el 26 de octubre, el procesado no permitió que la víctima abandonara el domicilio, cerrando con cierres de seguridad, y durante ese tiempo la estuvo presionando para que retirara la denuncia que le había interpuesto por malos tratos.

Siguiendo con el escrito acusatorio, la víctima le acabó convenciendo de irse a un establecimiento vacacional en las afueras de Palma. Ahí, la madrugada del 27 de octubre, tras amenazarla y amedrentarla, el acusado obligó a la mujer a mantener relaciones sexuales por vía vaginal, anal y bucal. Esta aceptó por el «temor y miedo» que le provocaba el acusado.

Sobre las 08.00 horas del 27 de octubre, la mujer aprovechó para pedir ayuda, dando golpes en la ventana de la habitación, al darse cuenta de que había personas en el exterior. Sin embargo, esta acción despertó al hombre, que empezó a golpearla en diferentes partes del cuerpo y la tiró al suelo, hecho que hizo que golpeara la cabeza con una plancha de hierro artística utilizada como tope para la puerta, tal como describre la Fiscalía.

A raíz del ataque, la víctima sufrió varias contusiones por distintas partes del cuerpo y una erosión en la mandíbula derecha.

Tras esto, el hombre le obligó a ingerir seis comprimidos de diazepam, introduciéndoselos por la fuerza en la boca. Estos hicieron que se durmiera. Se despertó sobre las 14.00 horas y logró escapar de la habitación a través de un ventanal en un momento de descuido y pidió ayuda a los responsables del establecimiento.

Ante esto, el procesado se dio a la fuga, no sin antes apoderarse del móvil de la mujer, las llaves de la casa, diversa documentación personal y efectos por valor de 400 euros.

La Fiscalía le imputa un delito de quebrantamiento de medida cautelar, uno de detención ilegal, uno de agresión sexual, otro de malos tratos familiares, uno de coacciones y otro de hurto. Por esto le pide una pena total de 16 años de cárcel y una indemnización de 10.000 euros a la víctima.