Una madre acabó en 2017 con su vida y la de su hijo en Palma con monóxido de carbono. | Jaume Morey

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Dos mujeres, madres jóvenes y en el contexto de separación o compleja relación con sus parejas, acabaron con la vida de sus hijos en 2017 en Mallorca. Luego, se suicidaron.

Ambos casos son los que los especialistas definen o rotulan como suicidios ampliados, sucesos que están relacionados con cuadros depresivos y que llevan a una persona a matar a su cónyuge o a sus hijos previamente a autoagredirse.

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En abril del pasado año, Raquel y su pequeña de 1 año fueron halladas sin vida en su casa de Las Palmeras, en Llucmajor. El día antes, el matrimonio tuvo una fuerte discusión y desde entonces ambas estaban desaparecidas. Raquel se escondió en las cuadras de la finca familiar y mató a la pequeña. Luego, ella también se quitó la vida. La Guardia Civil cerró el caso y concluyó que la parricida, de 34 años, sufrió un arrebato de locura y ahorcó al bebé antes de suicidarse.

En noviembre, una mujer de 42 años acabó con su vida y la de su hijo de 13 años, que tenía autismo. Fue una muerte dulce. Manipuló un brasero y se encerró con su hijo en una habitación. Horas después les encontraron ya muertos, no había señales de violencia, fallecieron por el monóxido de carbono. La policía supo que la mujer ya había amenazado a su expareja y padre del menor con suicidarse en varias ocasiones.