El perro Pipo ha sido rescatado tras seis días atrapado bajo los escombros de un chalet en Marratxí. | Redacción Sucesos

TW
13

Seis días después de que un chalet de Marratxí se derrumbara y provocara la muerte de un obrero, un perro que había quedado sepultado entre los restos fue rescatado este martes con vida. Los ladridos de Pipo, un mestizo, alertaron a su dueño de que seguía vivo.

El pasado miércoles día 30, a las tres y media de la tarde, una construcción se vino abajo en la calle Atenas número 8 de la urbanización sa Planera, en Marratxí. Los escombros sepultaron mortalmente a un obrero de 36 años que trabajaba en la obra, y sus otros compañeros salieron milagrosamente ilesos. En la casa en cuestión había además tres perros, que pertenecían a los operarios, y sólo dos fueron rescatados con vida. El último, el pequeño Pipo, quedó atrapado entre el amasijo de hormigón, cemento y puntales, y todos lo dieron por fallecido. La sorpresa, sin embargo, saltó ayer por la tarde.

Noticias relacionadas

A eso de las cuatro y media, un coche patrulla de la Policía Local de Marratxí patrullaba por la calle Atenas. Los agentes querían echar un vistazo al chalet en ruinas, en previsión de que no se colara nadie en busca de efectos de valor, y fue entonces cuando repararon en dos varones junto al edificio derruido, que resultaron ser el dueño del perro y otro obrero. El día antes les habían informado de unos ladridos y querían saber si eran de Pipo. Los policías locales también se acercaron a los cascotes y, en efecto, escucharon unos gemidos caninos.

Sin perder un minuto, los funcionarios policiales contactaron con el 112 y éstos, a su vez, con los bomberos, que se desplazaron hasta sa Planera. Pipo seguía ladrando, por lo que se pudo determinar su ubicación bajo los restos del edificio. A continuación, uno de los obreros, con un martillo percutor, abrió un boquete de unos 30 centímetros. El can estaba enganchado con el collar a un puntal y el hombre tuvo que liberarlo antes de sacarlo por aquel angosto agujero.

Pipo salió a la superficie dando saltos de alegría y sediento, tras seis días sin alimentos ni agua. Su dueño, emocionado, no se lo podía creer: «Ha sido como un milagro».