Asesinado un joven en Campos | Alejandro Sepúlveda

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Baño de sangre en Campos. Marcos Ferragut Pizà, un vecino de Campos de 53 años, asesinó ayer de catorce puñaladas a Rafel Gaspar Miralles Vich, un joven de Montuïri de 22 años. El móvil, según el asesino confeso, fue que se sentía extorsionado por sus deudas por drogas y por un vídeo sexual.

Por la mañana, los dos varones se vieron en el edificio de Ferragut, ubicado en el número 30 de la Avenida Nicolau Oliver Fullana. Al parecer, el carnicero de 53 años estaba enganchado a la cocaína y últimamente, como ya no tenía dinero para costeársela, había vendido joyas de su mujer por valor de 30.000 euros. Sin embargo, seguía debiendo unos 12.000 euros al fallecido. Además, éste le amenazaba con difundir una grabación comprometedora.

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A las 10.00 horas, Marcos Ferragut perdió el control. Discutió acaloradamente con el joven de Montuïri en el rellano de su casa, en un tercer piso, y le golpeó en la cabeza con una botella de cristal. Rafel Gaspar quedó aturdido, y el otro aprovechó el momento para arrastrarlo al interior de su casa. Luego cerró la puerta y dejó al muchacho en el pasillo. Cogió un gran cuchillo de la cocina y comenzó a apuñalarlo, hasta en catorce ocasiones. La mayoría de las cuchilladas fueron por la espalda y una de ellas le atravesó el pulmón, causándole la muerte. Los vecinos, que escucharon gritos y golpes, llamaron al 112 y los primeros en llegar fueron los policías locales de Campos. Nadie abría la puerta, así que pidieron la ayuda de los bomberos de Llucmajor. La puerta era blindada y no pudieron derribarla, de forma que decidieron entrar por una ventana.

Baño de sangre

La escena fue dantesca. Rafel yacía boca abajo, con un cuchillo clavado en la espalda, del que sólo asomaba el mango. Alrededor, había un gran charco de sangre. A pocos metros, en uno de los cuartos, se encontraba el asesino, balbuceando. No ofreció resistencia. Los médicos intentaron reanimar al muchacho, pero ya había fallecido. La Policía Judicial de la Guardia Civil de Manacor se hizo cargo de la investigación y el homicida, al salir esposado del piso, insistió en su versión de la extorsión: «Ya no podía más».