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«La situación es muy complicada. Desde la llegada del tifón 'Haiyán' a Filipinas en el consulado no paramos. En Balears tenemos registrados unos 2.500 filipinos que están viviendo momentos de mucha tensión y angustia. Mi teléfono no para de sonar y hacemos jornadas maratonianas», afirma Juan Torrente, cónsul honorario de la República de Filipinas en las Illes Balears.

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«Nosotros desde aquí no podemos hacer mucho, todo se está canalizando desde la embajada en Madrid, pero atendemos a todos el mundo y tratamos de facilitarles las gestiones. Tenemos varios casos personales muy dramáticos. Una mujer que, hace unos días, envió a dos de sus hijos pequeños con sus hermanos mayores que residen en Filipinas para que pasaran las vacaciones. Ahora, no puede comunicarse con ellos y la preocupación es máxima. También he tenido que hablar con otra persona cuyo sobrino es uno de los fallecidos. Son días muy duros y complicados», concluye el cónsul.

El número de muertos por el tifón Haiyán, que arrasó el centro de Filipinas, supera ya los 1.700, según fuentes oficiales, mientras aumenta la desesperación entre los supervivientes, para quienes la ONU pidió a la comunidad internacional ayuda por valor de 224 millones de euros. En el país escasea el agua potable, la comida y los supervivientes no encuentran cobijo, en especial en la ciudad de Tacloban, en la isla de Leyte.