La concentración se llevó a cabo a las cuatro de la tarde de ayer en la calle Blanquerna de Palma. | P. Pellicer

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Sin noticias de Diego Sebastián Franco. Ayer se cumplieron dos semanas de la misteriosa desaparición del joven argentino de 27 años, vecino de Palma, cuyo rastro se perdió tras salir de madrugada de una discoteca de Gomila. Unos cincuenta familiares y amigos se concentraron ayer por la tarde en la calle Blanquerna para pedir ayuda y que las autoridades no abandonen su búsqueda.

«De momento sólo tenemos indicios, ninguna certeza. La policía nos asegura que está vivo, que se ha ido voluntariamente, pero a nosotros no nos cuadra nada». Carlos, el padre de Diego, vive una pesadilla que ya dura catorce días. El sábado 26 de enero se vio con su hijo en un local de la calle Industria. Comparten piso en la calle París y su relación es buena.

Esa noche, después de Industria, acudieron a la discoteca Camelot, donde Diego decidió quedarse hasta avanzada la madrugada. «Yo me fui a dormir y le di 20 euros. Desde entonces, no he vuelto a verlo. Un amigo me dijo que al día siguiente estuvo en su casa, pero ni mi exmujer, ni mis otros hijos, ni sus amigos íntimos han vuelto a tener noticias de él», contó el progenitor.

Carlos, desesperado, ha visitado los hospitales palmesanos y el tanatorio. «Lo peor era pensar que lo habían molido a palos saliendo de Gomila, que es una zona peligrosa. Mi hijo iba sin documentación, y en todo este tiempo no ha entrado en las redes sociales. Y eso que está enganchado a Facebook, tenía auténtica adicción. Todo es muy raro».

Investigación

El Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía, mientras tanto, prosigue con la investigación, aunque la línea de trabajo principal es que el joven argentino se marchó voluntariamente de casa por una fuerte decepción amorosa. Su familia no comparte esta opinión.