Imagen cedida por IB3 Televisión, de Mónica Juanatey Fernández. | EFE - IB3 Televisión

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El tribunal del jurado de la Audiencia de Palma juzgará desde el próximo lunes a la madre acusada de ahogar a su hijo en una bañera en 2008 en Maó y abandonar luego su cadáver en el campo dentro de una maleta, unos hechos por los que la Fiscalía le pide 20 años de cárcel.

Según ha informado hoy el Tribunal Superior de Justicia, el juicio contra Mónica Juanatey Fernández, quien confesó los hechos tras su detención en noviembre de 2010, se celebrará desde el lunes hasta el viernes de la próxima semana en Palma.

La mujer ingresó en prisión provisional unos días después del hallazgo de la maleta en noviembre de 2010 y confesó al juez que había ahogado a su hijo dos años antes en la bañera porque se sintió «agobiada» cuando los abuelos se lo mandaron días antes desde Galicia, ya que había ocultado su existencia a la pareja que tenía entonces.

Según el escrito de acusación del fiscal, la acusada mató a su hijo en julio de 2008 en su domicilio de la calle Amazonio de Mahón, aprovechando que el resto de vecinos no se encontraban en la finca.

Después de asesinarle, afirma el representante del ministerio público, introdujo el cuerpo en una maleta roja de gran tamaño junto con varios objetos de su hijo.

Entonces, bajó la maleta al coche de su pareja y, después de dar varias vueltas, finalmente la dejó en un barranco de la cala Binidalí, a unos ocho metros de la carretera, en una finca llamada Binidalí de Ses Vilotges.

La maleta fue hallada en noviembre de 2010 por los hijos de la propietaria de la finca mientras hacían labores de desbroce.

Según informó en su momento la policía, la mujer, de 31 años, afirmó después de su detención que cuando su compañero sentimental regresó luego a casa le dijo que su «sobrino» había regresado a Galicia e hizo desde entonces «una vida normal».

El nombre casi borrado de César (con la «a» ilegible) y las siglas J.F. en su estuche escolar, así como la edición del cómic número 28 de «Naruto» hallados en la maleta, guiaron las pesquisas policiales hasta la identidad del menor, cuyo DNI no había sido renovado en Noia (A Coruña), donde había vivido con sus abuelos hasta que, diez días antes de morir, fue enviado a Mónica para que viviera con ella.