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Manuela Orrego es una ama de casa palmesana, de 53 años. Está casada y tiene dos hijos. Hasta ahí todo de lo más normal. Ayer por la mañana, sin embargo, su vida cambió de forma radical. La señora había sido condenada por una falta, ya que insultó y empujó a una vecina durante una discusión. Debía pagar 150 euros de multa, pero Manuela se negó. La maquinaria judicial siguió su curso y ayer la mujer tuvo que ingresar en prisión.

Hace un año, la señora perdió los nervios. Reside en un edificio de la zona de la carretera de Sóller, precisamente en las inmediaciones de la cárcel, y llevaba tiempo aguantando los ladridos de la perra de sus vecinos.

Pelea

Llamó insistentemente al timbre de la calle y bajó la hija de la vecina, con la que mantuvo una acalorada disputa. Según la sentencia, le espetó: «niñata de mierda, ya estoy cansada de vuestra perrita» y le propinó un empujón, que no le causó ninguna lesión. La joven interpuso una denuncia contra la ama de casa y el asunto acabó en el Juzgado de Instrucción número 6 de Palma.

El juez Miguel Florit, el 7 de febrero de este año, condenó a Manuela por una falta, a la pena de 30 días de multa a razón de 5 euros diarios. Es decir, 150 euros en total. Más las costas del juicio. El problema fue que Manuela no contrató los servicios de un abogado y trató de canjear la multa por trabajos en beneficio de la comunidad, ya que su situación económica es muy apurada.

El fiscal rechazó esa posibilidad y Manuela pensó que las aguas volverían a su cauce. Que al fin y al cabo era una multa menor por una falta. Ni siquiera un delito. Pero no fue así. Recientemente recibió una notificación del juzgado que le anunciaba que debía personarse ayer, a las diez de la mañana, en la prisión de Palma. La que será su casa en los próximos treinta días. Manuela llegó sin maleta porque pensó que en última instancia se arreglaría todo. Volvió a equivocarse.