Las instalaciones dejaron de funcionar por el traslado del servicio a Son Malferit. Fotos: A. SEPÚLVEDA | ALEX SEPULVEDA

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En Palma hay una ruta siniestra desconocida: el Lluís Sitjar, Son Dureta y el edificio clausurado de Gesa. Y para algunos, se podría añadir el parque de bomberos del polígono de Son Castelló. Cuatro instalaciones enormes unidas por un denominador común: están cerradas y son lúgubres, sobre todo de noche.

En el mes de febrero de 2011 se inauguró el nuevo y carísimo parque de bomberos de Son Malferit, cuyo lujo casi asiático ruborizó a la mayoría de bomberos y mandos. En realidad, no estaba demasiado claro que hiciera falta un nuevo parque, pero la cuestión es que se construyó. Y a lo grande, como se hacían antes las cosas. El traslado al nuevo complejo, sin embargo, no significó que el antiguo de Son Castelló quedara abandonado por completo.

De hecho, con bastante frecuencia los bomberos revisan esas instalaciones e imparten prácticas en una de las aulas.

Deterioro

En el exterior, empero, el aspecto no es el más recomendable y algunos vecinos y comerciantes se han quejado en varias ocasiones de esa sensación de abandono. En el interior, hay zonas más cuidadas y otras más deterioradas como se demuestra en las imágenes. El gimnasio, por ejemplo, presenta un aspecto de avanzado deterioro. Las fuentes consultadas indicaron que hasta la fecha no se han advertido robos o hurtos por las noches, cuando no hay vigilancia, pero los vecinos insisten en que «sólo es cuestión de tiempo que empiecen a desvalijar el cableado y los metales, como ha ocurrido en Gesa o en el Lluís Sitjar».

Para algunos mandos de los bomberos, se trata sólo de cábalas: «Puede ser que exista una sensación de abandono, pero dentro del parque hay vehículos actuales aparcados, hacemos cursos y cuidamos la piscina, entre otras cosas». ¿Fantasmagórico o no?