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La sección de refuerzo de la Audiencia Provincial de Palma ha condenado a 18 años de prisión, los mismos que solicitaba la Fiscalía, al padrastro de una menor de la que abusó sexualmente desde que ésta tenía siete años y a la que amenazaba con «acabar» con ella para poder obtener su silencio. En concreto, el tribunal le impone nueve años de cárcel por cada uno de los dos delitos continuados de abuso sexual a los que se enfrenta.

La sentencia obliga además al inculpado, Sebastián A.M., a indemnizar a la afectada, de la que no era padre biológico aunque había reconocido como hija, con 12.000 euros por los perjuicios ocasionados, las lesiones psíquicas y secuelas ocasionadas así como por el daño moral producido. Asimismo, prohíbe al condenado acercarse a ella a menos de 300 metros, tal y como solicitaban Ministerio Público y acusación particular.

La resolución del tribunal, presidido por el magistrado Juan Pedro Yllanes, considera probado que en 1998 el acusado, aprovechando que quedaba al cuidado de la menor -que ahora tiene 19 años- y de una hermana menor ya que la madre trabajaba en un bar, puso una película pornográfica mientras se desnudaba y también quitaba la ropa a la niña, a la que sometió a diversos tocamientos.

Unos episodios que se repitieron hasta el punto de que el reo se la llevaba una o dos veces por semana a la barca donde trabajaba como pescador, en la que seguía abusando de la menor. La situación se prolongó hasta enero de 2002, cuando ambas niñas fueros tuteladas por los servicios sociales como consecuencia de una denuncia por malos tratos físicos contra ellos. Sin embargo, la acogida cesó cinco meses después y las menores tuvieron que regresar al hogar familiar.

Fue a los veinte días de la vuelta cuando el padrastro continuó con los abusos, aunque ya en esta segunda fase el acusado advertía a la adolescente que no dijera nada a nadie ya que de lo contrario «acabaría» con ella y mataría a una perra pequinesa que había comprado a sus hijas, llegando en ocasiones a golpear a la joven. En febrero de 2005, la menor puso en conocimiento de la jefa de estudios de su centro escolar los abusos a los que la estaba sometiendo su padrastro.

El tribunal señala que tanto en el primer como en el segundo periodo la niña contaba con menos de trece años, lo que excluye cualquier posibilidad de que ésta consintiera las conductas del acusado a las que se veía obligada y que éste llevó a cabo «prevaliéndose de la autoridad que le otorgaba ser su padre».