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Presos de hasta 62 nacionalidades conviven entre los muros del centro penitenciario de Palma. De una población actual de 1700 internos, el 42 % son de nacionalidad extranjera.

El número uno de la lista del ránking lo ocupan los presos de los países del Magreb. En segundo lugar están los nacidos en distintos paises de Sudamérica.

Les siguen los subsaharianos y, por último, de Europa y Europa del Este. Ahora mismo hay en la cárdel de palma presos de nacionalidades tan distintas, y lejanas de la Isla, como India, Sudan, China y Liberia.

Lo primero que se le ocurre a uno al conocer este dato es preguntarse cómo se hace en el centro penitenciario para entenderse.

El director del centro, Manuel Avilés, lo explica así: «Nunca hemos tenido problemas de comunicación con los internos cuando llegan al centro, sean de la nacionalidades que sean. Si en principio no nos entendemos, siempre hay algún interno que habla la lengua del que acaba de llegar».

Otro problema que se plantea es el de las distintas religiones, costumbres, hábitos en la comida... Manuel Avilés aclara que en el centro se dan clases de castellano para los extranjeros, de catalán para los que quieran asistir, y de inglés para los presos de habla castellana y catalana.

En cuanto a las comidas, Avilés detalla que se sirve la dieta normal; la musulmana (sin cerdo); la blanda (para los que tienen problemas dentales); la vegetariana; la de los diabéticos y la de los que están en la enfermería.

Al hablar de religiones se respeta el Ramadán y acuden al centro representantes de distintas iglesias además de, claro está, la católica.

En definitiva, Manuel Avilés aclara que «siempre he dicho que la cárcel es un fiel reflejo de la calle. Si hay tantas nacionalidades en el centro es porque también las hay en la calle. Si la sociedad está en crisis y falta trabajo, pues lo mismo ocurre en la cárcel. Ahora mismo necesitamos a empresarios que se decidan a crear puestos de trabajo en el centro, porque desde que se nos fueron los de 'Grifería Buades', la verdad es que necesitamos una alternativa».