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La Guardia Civil no olvida. Ni perdona. Dos años después, la Policía Judicial de Manacor, en colaboración con el Àrea de Investigación de Santanyí, ha esclarecido la oleada de atracos en hoteles que sufrió Mallorca entre octubre y septiembre de 2007 y que causó cierta psicosis entre los empresarios de hostelería.

De acuerdo con los datos facilitados por la Oficina Periférica de Comunicación (OPC) de la Comandancia de Palma, los detenidos son: Juan G.S., de 23 años, Antonio P.S., de 26 y el marroquí Najim M., de 31. De momento se han esclarecido siete robos violentos en hoteles de Cala d'Or, Cala Ferrera, Portocolom, Cales de Mallorca y Porto Cristo. Sin embargo, no se descarta que los acusados estén implicados en más actos delictivos.

Oleada
La violencia y frecuencia con que la banda cometió sus fechorías descoló en un primer momento a los investigadores, que se vieron superados por los siete atracos cometidos entre el 27 de septiembre y el 10 de octubre.

Sin embargo, desde un primer momento la Guardia Civil sospechó de «El Farru», el gitano y el marroquí. Dos de ellos habían sido vistos merodeando por las inmediaciones de los hoteles asaltados noches antes de los atracos, pero no se pudo probar nada.

La organización funcionaba con tanta voracidad como virulencia. A uno de los conserjes de noche lo dejaron atado y encerrado en un cuarto, tras agredirle, y a otro, en Cala d'Or, le asestaron una puñalada con un machete cuando intentó defenderse de los atracadores.

Juan, Antonio y Najim sometían a vigilancia a los establecimientos elegidos, y se aseguraban de que no hubiera nadie en recepción, a excepción del portero.

Luego entraban simulando que tenían una duda o una pregunta y en pocos segundos reducían al empleado, al que amenazaban con una catana o un machete de grandes dimensiones. Su siguiente parada era la caja fuerte del hotel, aunque no en todos los asaltos la encontraron. En una de las ocasiones sustrajeron 6.000 euros de la caja, pero en otras se fueron con un botín escaso.

Se escondieron
Los investigadores creen que tras los siete atracos, que tuvieron una gran repercusión mediática, la banda decidió esconderse durante una temporada, a sabiendas de que la Guardia Civil estaba tras su pista y cualquier desliz podía resultar fatal. Después, tras un tiempo prudencial, los agentes creen que la banda volvió a cometer delitos, aunque no ha podido ser hasta ahora, dos años después, cuando han acabado en los calabozos beneméritos.