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Richard Henry Roberts, el hombre que asestó siete puñaladas a Daniel Hastelow en Magaluf es una persona «tiránica, falta de empatía, manipuladora y con baja tolerancia a la frustración», según la psicóloga que le examinó tras el crimen, ocurrido en el municipio de Calvià en enero de 2008. Todos estos rasgos, según la perito, configuran la personalidad de un psicópata que, eso sí, es perfectamente consciente de sus actos. Respecto al otro de los acusados, Paul Anthony Griffiths, la psicóloga destacó su frialdad y falta de arrepentimiento ante lo ocurrido.

La segunda sesión del juicio por la muerte de Daniel Hastelow transcurrió de revés en revés para las defensas. Los forenses que realizaron la autopsia constataron que la víctima no realizó más gesto para defenderse que darse la vuelta, lo que pone en entredicho la tesis de la defensa a una agresión. Los análisis de la víctima reflejan que había consumido una gran cantidad de alcohol.

En concreto presentaba una tasa de 1'94 gramos por litro de sangre, es decir, cuatro veces la cantidad prohibida para conducir. Según los forenses, en este estado es «muy difícil» que la víctima pudiera mantenerse en pie. De hecho, los dos facultativos coincidieron en que era probable que se encontrase dormido. El hecho de que Hastelow no pudo defenderse está avalado también por las heridas que sufrió. Ninguna de ellas muestra que opusiera resistencia a la agresión. Todo lo más que hizo, según los forenses fue darse la vuelta. La autopsia reveló un fuerte golpe en el vientre de la víctima, propinado con un bate. Este impacto se produjo al mismo tiempo que las puñaladas. El fallecido recibió un total de siete puñaladas: una en la pierna, dos en la espalda y cuatro en el tórax. De ellas, dos fueron mortales. La proximidad de las cuatro del pecho hace pensar a los forenses que Hastelow no se movía cuando las recibió.

La declaración de los guardias civiles y policías locales de Calvià que intervinieron en el suceso contradicen varias de las afirmaciones de los acusados y, al contrario, respaldan a los dos testigos de cargo. Así, afirman que ambos fueron detenidos cuando intentaban comprar billetes de avión para huir de la Isla. También señalaron que en la moto sólo había un casco, cuando los acusados dijeron que había dos. Por último insistieron en que la puerta de la vivienda estaba forzada de una patada y que no era necesario hacer mucha fuerza para hundirla.