Más de 200 trabajadores de la compañía Spanair guardaron un respetuoso minuto de silencio a las puertas de la sede en el aeropuerto de Son Sant Joan. g Fotos: PERE BOTA/ JAUME MOREY

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JULIO BASTIDA/AGENCIAS «Que el recuerdo de todos nos haga más fuertes y nos permita estar preparados para enfrentar el futuro», afirmó el director general de Spanair, Mike Szücs, en el minuto de silencio celebrado, en Palma, por los fallecidos en el accidente de un avión de la compañía ocurrido hace un año en Madrid.

El máximo responsable de la aerolínea recordó, con la vista puesta en el futuro y una bandera ondeando a media asta, frente a la sede de Spanair en Palma, a las 154 personas que perdieron la vida en el siniestro del 20 de agosto del pasado año. Más de 200 trabajadores de Spanair se sumaron al emotivo minuto de silencio en recuerdo de las víctimas, tanto en la sede como en los mostradores y diferentes áreas del aeropuerto de Son Sant Joan. Instantes después, cuando el reloj marcaba las 14:24 horas, en todos los aeropuertos españoles, las diferentes tripulaciones y pasajeros que así lo desearon, se sumaron al recuerdo y guardaron un minuto de silencio.

Szücs, que ha recordado el 20 de agosto de 2008 como «uno de los días más tristes», incidió en el recuerdo de los fallecidos y sus familiares, así como el de los seis tripulantes de la compañía que viajaban en el aparato siniestrado.

A las 20 horas de ayer, en la Basílica de Sant Francesc de Palma se celebró una misa en recuerdo de las víctimas del accidente. En la misma se tuvo un recuerdo muy especial por los tres mallorquines que viajaban en el vuelo JK5022 de Spanair; Antonio García Luna, Francisco Javier Mulet y José Fernández Vázquez.

Por otra parte, los familiares de las víctimas han considerado que el avión no tenía que haber despegado, ya que el fallo del relé o sonda de la temperatura se había detectado en varios vuelos anteriores. Así lo afirmaron en rueda de prensa, una hora antes del acto religioso celebrado en los jardines del aeropuerto de Madrid -Barajas, en memoria de los 154 fallecidos. Con serenidad, y en algunos momentos con la emoción contenida, los familiares señalaron que hubo «deficiencias y descoordinación» en el plan de emergencias, que «no estuvo a la altura» y que la primera ambulancia tardó en llegar 40 minutos. Había, han añadido, 17 personas que murieron por causas diferentes a la carbonización. Después, todos juntos se encaminaron a los jardines de la T2, donde el capellán del aeropuerto, Alberto García, concelebró una misa junto a cinco sacerdotes, a la que han asistido, entre otros, el ministro de Fomento, José Blanco.

Los familiares dejaron algunas flores sobre una placa que lleva la siguiente inscripción: «En un lugar... siempre en nuestros corazones». Tras la homilía, y en dos autobuses se desplazaron hasta la zona en la que cayó el avión, un arroyo próximo a las pistas, donde quedará instalada una piedra de seis metros cuadrados en la que se colocará la segunda placa con la misma leyenda y con grandes letras para que se pueda leer desde el aire. La tercera placa de bronce recordará a los fallecidos en la T-2, en la planta de facturación junto a la escultura de «La Paloma».