Agentes de la Policía Local, durante una actuación contra el robo de comida en supermercados. Foto: VASIL VASILEV

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Los efectos de la crisis están causando verdaderos estragos en el seno de las familias más necesitadas.

Los cuerpos de seguridad han detectado, en los últimos meses, un aumento considerable de ocupaciones ilegales de viviendas y de robo de comida.

El pasado jueves, agentes del Cuerpo Nacional de Policía de Palma tuvieron que desalojar y proceder a la detención de varias personas por estos delitos.

Al parecer, y según información a la que ha tenido acceso Ultima Hora, en las viviendas del Ibavi, sita en la barriada de Son Gotleu de Palma, una familia accedió a entrar mediante la táctica del 'patadón' en un inmueble deshabitado y lo convirtió en su lugar de residencia. La policía tuvo que intervenir, detener a los infractores y llevarse a los menores a un centro de acogida.

Esta situación se está repitiendo muy frecuentemente. De hecho, los cuerpos de seguridad han recibido numerosas denuncias en este aspecto.

Matrimonios en paro, con varios hijos a su cargo y sin vivienda, acceden a pisos o casas deshabitadas y enganchan de manera ilegal la corriente y el agua.

Los autores de dichos delitos se enfrentan a las acusaciones de ocupación ilegal de vivienda, defraudación del fluido eléctrico y del consumo de agua.

Pero la cosa no queda así. La crisis obliga también al robo sistemático de comida.

Las cadenas de supermercados no saben que tienen que hacer, especialmente los ubicados en las zonas más desfavorecidas.

Agentes del Cuerpo Nacional de Policía son requeridos, casi a diario, por los responsables de los establecimientos, por robos de bandejas de carne, productos lácteos o legumbres y hortalizas.

Hablamos con Isabel, una mujer de 53 años de edad, casada y con cuatro hijos, todos ellos menores de edad. Su testimonio es aterrador. «Yo robo porque tengo que dar de comer a mis hijos, nunca hago daño a nadie, sólo me llevo carne y leche», afirma la mujer.

«Cuando tus hijos te miran y te dicen: 'Mamá, ¿tengo hambre?, y ves que no hay nada en la nevera, se te cae el mundo encima», añade.

«Conozco a mucha gente que roba por dinero. Se van a los supermercados y hacen rutas diferentes para que no les conozcan. Los bares, restaurantes o familias particulares les hacen una lista de lo que necesitan y ellos, un 50 por ciento más barato, se lo venden. Pero este no es mi caso, yo robo por necesidad. Mi marido está enfermo y yo con cuatro niños pequeños ¿dónde voy?», concluye.

Àngel García, portavoz de prensa de la Policía Local de Palma, afirma: «La situación es difícil. Los robos de comida suelen ser catalogados como hurtos. Si los autores disponen de domicilio conocido y no tienen antecedentes se elabora el correspondiente informe judicial, pero la mayoría de veces no se denuncia».