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JAVIER JIMÉNEZ Agentes del EMUME (Equipo de la Mujer y del Menor) irrumpieron en la noche del viernes en un club de alterne de Santa Ponça después de que una joven rumana huyera de su «cautiverio» y denunciara que estaba siendo obligada a prostituirse.

La Guardia Civil tuvo conocimiento de la situación de la mujer hace unos días, cuando huyó del local y pidió ayuda. Contó a los funcionarios que habían contactado con ella cuando vivía en Rumanía y que le aseguraron que tenía trabajo en Mallorca en un restaurante. Las condiciones económicas eran muy tentadoras y la joven no se lo pensó y aceptó la supuesta oferta laboral.

La realidad, sin embargo, era muy distinta. Nada más aterrizar en Mallorca la condujeron hasta un club de alterne y con muy malos modos le explicaron que debía prostituirse porque había contraído una deuda con la organización, que había invertido dinero en ella trayéndola a la Isla desde Rumanía. Al principio se negó, pero claudicó cuando temió por su integridad física. Fue entonces cuando empezó a planificar su huida, que consumó esta semana.

Los agentes que escucharon su relato de los hechos diseñaron una operación en el club donde era obligada a prostituirse y en la noche del viernes varios agentes tomaron el local y procedieron a la detención de seis personas: dos rumanos, un búlgaro, un español, una brasileña y una sudaní. Las dos últimas eran prostitutas que trabajan en el establecimiento sin papeles y se les imputa un delito de extranjería. Los toros cuatro son el dueño del prostíbulo, el portero y dos empleados.