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JULIO BASTIDA

El terror de la línea 15. Así es conocida popularmente la historia delictiva que envuelve, año tras año, el recorrido de una de las líneas más transitadas de Palma.

El clima de inseguridad que rige la ruta que une Palma y la Platja de Palma es sobradamente conocido por todos.

Turistas, conductores, personal de la EMT, comerciantes, vecinos y residentes así lo afirman, incluso los propios carteristas no tienen reparos en reconocer la facilidad con la que actúan y la falta de presencia policial.

Ultima Hora, comprueba 'in situ' los peligros de la citada ruta.

Un redactor y un fotógrafo nos introducimos entre la multitud equipados con una minúscula cámara. Los actos delictivos no se hacen esperar. Son las 08:01 horas. Cogemos el primero de los autobuses articulados en la parada de primera línea de la Platja de Palma. Nada más incorporarnos al transporte público, con alguna dificultad de movilidad debido a la gran afluencia de pasajeros, nos ubicamos en la zona media del vehículo. Transcurridos unos diez minutos de trayecto, una mujer, de unos 40 años y nacionalidad alemana rompe a llorar. Nos interesamos por lo sucedido y la respuesta es: «Me han robado la cartera y un móvil». Ha sido algo sorprendente. Nadie se había percatado de la presencia de ningún carterista y mucho menos de la rapidez y habilidad con la que le había sido sustraída la cartera del interior del bolso.

La germana, relataba: «Llevaba el bolso cerrado y bien sujeto. Hoy es mi segundo día en Mallorca y me lo han robado todo. Las tarjetas de crédito, el pasaporte y el dinero. ¿Qué voy a hacer ahora?, mientras lloraba desconsoladamente en el regazo de varios pasajeros que trataban de consolarla. Sólo llevamos 10 minutos en el bus y ya se ha cometido el primer robo. Lamentablemente no hemos sido capaces de descubrir al autor.

Llegamos a la parada des Portixol. Allí, con toda naturalidad y utilizando una tarjeta ciudadana, sube al autobús articulado un hombre de color, (vendedor ambulante), y con el género en la mano cubierto con una bolsa de plástico se introduce en la zona media del bus y, sin reparo alguno, ofrece a los pasajeros copias baratas de gafas de sol de marcas sumamente conocidas. Nadie le compra nada, pero es sorprendente la facilidad con la que puede realizar sus ventas.