El problema de las claveleras también se extiende a otras zonas de Palma. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA/JAUME MOREY/JULIO BASTIDA

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JULIO BASTIDA

El retraso en la activación del refuerzo policial de verano en la Platja de Palma está causando estragos en la zona.

Los delincuentes, conocedores de la escasez de vigilancia y de efectivos policiales campan a sus anchas y provocan el pánico colectivo de comerciantes, vecinos y turistas.

Ante la avalancha de quejas y denuncias realizadas por parte de los vecinos un redactor y un fotógrafo de Ultima Hora, nos adentramos, a plena luz del día, en la primera línea de playa y comprobamos 'in situ' la situación real de una de las zonas de referencia del turismo en Balears.

Son las 12:05 horas. El sol brilla con fuerza, la temperatura ronda los 27 grados centígrados y la presencia de turistas y bañistas es considerable. Todos los establecimientos están abiertos y los balnearios registran una notable afluencia de clientes.

Entre el balneario número 1 y el número 8, nos encontramos un panorama desolador.

Nada más pisar los primeros metros de arena, cámara fotográfica profesional y de grandes dimensiones en mano, un grupo de masajistas chinas acechan a dos varones, de nacionalidad alemana, y por cinco euros le practican un masaje 'relajante'. Son dos mujeres. La primera de ellas se dedica a despistar al turista. Cuando está lo suficientemente 'relajado' la segunda, que permanecía en posición de vigilancia se dedica a registrar entre las pertenencias y robar todo cuanto valor tenga. Otra víctima más.

Seguimos caminando por la playa. El número de vendedores ambulantes por metro cuadrado debe ser uno de los más altos de España.

En los aproximadamente 800 metros recorridos contabilizamos la cantidad de 250, todos ellos varones de raza negra. La variedad de objetos destinados a la venta es diversa: Gafas de sol, viseras, relojes, bolsos, artículos de marroquinería, todo tipo de joyas etc...

Sin duda alguna los más temidos y peligrosos de la playa son los trileros. Como si se tratase de un espejismo, una colla de trileros aparece sigilosamente de entre los comercios de la zona y comienzan con sus peculiares artimañas de despiste y engaño. La mecánica es fácil. El trilero principal se dedica a las labores de distracción mientras que unos 'compinches' incitan a los turistas a conseguir dinero rápido.

La fauna de delincuentes de la Platja de Palma es muy amplia y variada. Los mismos, conocedores de las limitaciones policiales intensifican sus robos y atemorizan a los usuarios de los complejos turísticos.

«Yo me acuerdo que había un eslogan del Govern Balear que decía: 'Un turista, un amigo'. La frase ahora cambia y dice: 'Un turista, un pardillo y presa fácil'. Se están cargando el turismo y mucho más a las puertas de una temporada de las más complicadas de los últimos años», comenta un comerciante de la zona.

«Los turistas, sobretodo los británicos y alemanes, son muy meticulosos y valoran mucho el concepto de la seguridad. Hoy por hoy, la Platja de Palma es una de los complejos más inseguros de Balears. ¿Qué le cuesta al Ajuntament adelantar unos días el refuerzo de verano?. Nada más llegar la policía, toman el control y la cosa cambia», finaliza otro comerciante visiblemente afectado.

Por otra parte, tanto Policía Local de Palma como Cuerpo Nacional de Policía afirmaron que en los próximos días se pondrá en marcha un amplio dispositivo de seguridad y vigilancia.

Para los comerciantes y vecinos, la solución llega mal y tarde.