El menor pidió ayuda desde un bar de Peguera, al que acudió la Guardia Civil.

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«Mi padre quiere matar a mi madre». La Guardia Civil detuvo en la noche de ayer a un vecino de Peguera que supuestamente propinó una brutal paliza a su esposa. El caso se descubrió después de que el hijo del matrimonio, de diez años de edad, saliera a la calle en pijama y descalzo y caminara hasta un bar abierto, desde donde pidió ayuda.

A las diez de la noche, aproximadamente, el dueño de un conocido bar de Peguera se puso en contacto con la Benemérita, para denunciar que un menor muy asustado pedía ayuda por un grave asunto familiar.

Una patrulla se desplazó hasta esa dirección y confirmó, en efecto, que se trataba de un menor de diez años, en pijama y descalzo. Estaba muy nervioso y explicó que «alguien quiere matar a mi madre», para después reconocer que el supuesto agresor era su padre.

Los funcionarios lo calamaron y le pidieron que les acompañara hasta su domicilio. Al poco tiempo, llegaron al piso y tras llamar a la puerta procedieron a la detención del sospechoso, un español de unos sesenta años. Él estaba muy alterado y ella presentaba algunas lesiones, por lo que decidieron trasladarla hasta el Punto de Asistencia Continuada (PAC) de Santa Ponça. Los médicos expidieron el correspondiente informe, que será adjuntado al sumario cuando el caso llegue al juzgado. Las fuentes consultadas indicaron que el estado de la señora no era grave, aunque sufría ansiedad y una crisis nerviosa. Su hijo fue testigo al parecer de la agresión y sin que ninguno de los dos cónyuges se diera cuenta salió a la calle porque pensaba que la integridad física de ella estaba en serio peligro.

Según contaron algunos vecinos, no era la primera vez que que la policía o la Guardia Civil acudía a ese domicilio por el mismo motivo: episodios de violencia de género. El acusado, cuya identidad no ha trascendido, será puesto a disposición judicial en las próximas horas.

En lo que llevamos de año los casos de agresiones a mujeres por parte de sus parejas se han disparado. «Hay días que tenemos más de veinte denuncias en toda Mallorca», reconoció ayer un mando benemérito.