Henry Machicado y Nemesio Rodríguez, primo y tío de Wilmer, están tratando desesperadamente de reunir fondos para pagar los 5.500 euros que cuesta repatriar en avión el cadáver del inmigrante. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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Llegó hace un año a Mallorca con toda la ilusión de un inmigrante joven y vuelve a Bolivia en una caja. Wilmer Ramani Rodríguez tenía 21 años y en la madrugada del viernes al sábado un coche le arrolló mortalmente cuando atravesaba la carretera de Manacor, a la altura de Casablanca. Ahora su familia hace un llamamiento a la solidaridad porque no pueden reunir los 5.500 euros que cuesta repatriar el cadáver en avión hasta su país. «No sabemos muy bien qué pasó, porque nos han dado muy poca información», explicaban ayer Henry Machicado, su primo, y Nemesio Rodríguez, su tío. Wilmer, soltero y gran aficionado al fútbol, acudió esa noche a una fiesta en una finca y de madrugada, por motivos que se desconocen, se marchó y atravesó la carretera por un tramo prohibido. Una furgoneta se lo llevó por delante y los médicos no pudieron hacer nada por él.

La familia de Wilmer de Bolivia no tiene recursos económicos y tras recibir el mazazo por la muerte del muchacho se vio impotente para pagar los 5.500 euros que cuesta trasladar el féretro a Santa Cruz, su ciudad. Fue entonces cuando Henry y Nemesio iniciaron las gestiones para reunir esa cantidad. Contactaron con el Ayuntamiento, con la Cruz Roja y con Cáritas, «pero nos dijeron que no nos podían ayudar».

Por ese motivo, sus allegados han puesto en marcha una idea desesperada para recoger los fondos necesarios para repatriar el cadáver: «En nuestra casa de Palma, en la calle Margarita Caimari número 7, 5º, 2ª, hemos instalado un libro de condolencias y los particulares que lo deseen pueden visitarnos y entregar donaciones, que destinaremos a pagar los 5.500 euros». El próximo sábado, entre las 14.00 y las 19.00 horas, los amigos y familiares de Wilmer velarán el cuerpo en el cementerio de Son Valentí «y las personas que quieran acercarse y ayudarnos serán muy bienvenidas».

En la actualidad Wilmer vivía solo en un piso de Palma, pero cuando llegó a la Isla, hace un año, compartió casa en Margarita Caimari con sus familiares bolivianos. Todos guardan de él un entrañable recuerdo: «Era una buena persona, que fue valiente para salir de su país y que intentaba ayudar a sus padres y hermanos, que viven en la pobreza en Bolivia».