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ÀLVARO IZAGUIRRE La inseguridad que se palpa en la noche y madrugada de s'Arenal es casi permanente y constante. Algo que podría considerarse hasta de tradicional en este sentido. Esa misma sensación la viene experimentando el turista, que jornada tras jornada es víctima de todo ese inframundo que se mueve a sus anchas sobre la Platja de Palma.

Días pasados dábamos cuenta de los descuideros y rateros que actúan con total impunidad en horas de la madrugada sobre las costas de la playa.
Pues bien, ocurre que la primera línea de esa área es todo un conflicto en materia delictiva, ya que de un lado se asientan los ladrones de playa, en tanto que por la acera de enfrente las prostitutas, de origen africano en su totalidad, acechan y castigan a los turistas que retornan a sus respectivos hoteles luego de una noche en el que el alcohol ha sido para ellos el principal protagonista. Precisamente esa situación es aprovechada por las meretrices para confundir a sus víctimas, que generalmente utilizan una metodología de acosar en grupo a cada uno de los transeúntes que tengan la mala fortuna de pasar por el lugar. Luego de varios manoseos sobre la persona, ésta se da cuenta que un racimo de manos han estado hurgando en sus bolsillos para posteriormente hacerle desaparecer su cartera. Algunos ni siquiera lo notan y toman como una victoria el hecho de haberse podido desprender de las mismas. Obviamente el estado alcohólico no les permite darse cuenta de lo que les está sucediendo.

De la misma forma se puede apreciar que estas mujeres asumen actitudes violentas para quienes desechan sus propuestas y en más de una oportunidad se ven a sus víctimas huir despavoridos. Son casi un centenar de meretrices que se ubican en cada una de las esquinas oscuras de primera línea y que increíblemente tienen comunicación entre sí, fundamentalmente para esquivar las patrullas policiales. La mayor concentración de éstas se da en las zonas de las discotecas de referencia, donde sus calles laterales sirven de cobijo a la hora de tener que huir de la policía.

Los robos se producen día a día y las quejas de los perjudicados van en aumento.