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Las dos hijas de Àngeles Arroyo, la mujer de la que se cree fue asesinada a finales de 1996 en Palma, dicen en una entrevista concedida a este periódico que «el hombre que estuvo acusado de matar a nuestra madre es un psicópata». Antonio S., el aludido, fue detenido en 1997 y estuvo un tiempo en la cárcel, para después salir en libertad sin cargos, sobre todo porque no se encontró, ni se ha encontrado, el cadáver. En los últimos días el CNP y la Guardia Civil han llevado a cabo una serie de diligencias relacionadas con la desaparición de Margalida Bestard en s'Arenal. Por parte de la Guardia Civil se ha tomado declaración a un centenar de personas y se han hecho averiguaciones sobre tres en concreto. Una de ellas es Antonio S.O., diligencias en las que colabora de forma muy activa el Grupo de Homicidios del CNP. El hombre reside en uno de los pisos de Margalida Bestard y el día que desapareció fue visto con ella. Cuando se le ha preguntado por Àngeles Arroyo, Antonio S. ha tratado de defenderse contraatacando, es decir, implicando a la mujer en asuntos turbios y asegurando que él no tuvo nada que ver con el caso.

Las dos hijas de Àngeles, de 38 y 45 años de edad, recuerdan que su madre tenía una hamburguesería, un local de futbolines y un almacén en Cala Major. «Su desaparición - añaden - tuvo que ocurrir el seis de noviembre de 1996. Antonio S. hacía unos meses que había alquilado un local en la misma zona donde vendía souvenirs. Un vecino dijo que a las nueve de la mañana vio a nuestra madre entrar en su local y desde entonces ya no se la ha visto más». Sobre los motivos de la visita, las dos hijas cuentan que «creemos que fue porque una jardinera de nuestra madre apareció destrozada. Ella, que tenía mucho carácter, creyó que el autor de los destrozos era Antonio, dijo que se iba a enterar y la vieron entrar en su local».

La desaparición de Àngeles Arroyo no fue denunciada por una de sus hijas hasta una semana después, puesto que cuando ocurrieron los hechos ella estaba en Eivissa y no había tenido contactos con su madre, y la otra hija estaba también ausente. «Tras la denuncia - añaden - la policía inició una investigación. En el local de Antonio se encontró una mancha de sangre, que después se comprobó que era de nuestra madre, y en su coche se encontraron pelos, que también eran de nuestra madre. Pero el hombre salió en libertad, aunque parezca increíble, porque creemos que se inventó una serie de mentiras y, sobre todo, porque el cadáver de nuestra madre nunca ha aparecido». Preguntadas sobre si sospechan dónde pudo esconderse el cadáver, las dos hijas responden que «este hombre tenía una finca en Llucmajor, que después vendió a unos extranjeros, y la policía pensaba que pudo haberlo enterrado allí, pero aunque se ha buscado nunca se ha encontrado nada. También, hay otro dato, y es el de que el hombre dijo, cuando era investigado, que nunca la iban a encontrar, refiriéndose a nuestra madre».

Sobre las manifestaciones de Antonio S. sobre su madre, las dos hijas se muestran indignadas «porque además de que creemos que fue él el que la mató, ahora le falta a su memoria con mentiras. Por lo que sabemos de él este hombre es un psicópata, frío y calculador, y será muy difícil que le puedan demostrar una relación directa con la señora de s'Arenal. Es curioso, pero en este caso se dan paralelismos con los de nuestra madre, como son los de hallazgos de pelos, aunque todavía falte por determinar si son de la señora Margalida Bestard».

Las dos hermanas hacen hincapié en el carácter de Antonio S. y dice que «en una ocasión le vimos la cara, cuando lo llevaban detenido ante el juez, y de verdad que tenía una cara de psicópata total. Este es además una opinión que nos hemos formado a lo largo de los años, después de ir conociendo detalles que nos han contado los vecinos, y de lo que hemos hablado con personas que lo han estado investigando. Además, demuestra que es un loco y una mala persona. Nuestra madre nunca tuvo problemas con los vecinos ni con nadie, era una excelente mujer, y ahora viene el psicópata ese y quiere ensuciar su memoria».