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JAVIER JIMÉNEZ Tomeu Jaume, director del colegio Jaume Fornaris de Son Servera, se mostró ayer indignado con lo ocurrido: «Es una auténtica animalada lo que han hecho. Yo lo achaco a que hay juegos muy violentos de consolas y ordenador y algunos niños quieren hacer daño porque lo ven en esos juegos».

La «gamberrada» se descubrió a las nueve de la mañana del miércoles, cuando el profesor de educación física reparó que en los bebederos de los escolares habían arrojado pastillas de raticida. La sustancia había sido sustraída de un recinto vallado que fue forzado por unos desconocidos. Dentro había una trampa para ratas, con las pastillas venenosas dentro. Las personas que accedieron a esa zona prohibida del colegio, junto a la cocina, se dirigieron luego a los diez grifos donde beben agua los escolares de educación infantil y primaria y restregaron aquellas pastillas en las bocas de los grifos, que quedaron impregnadas del raticida.

Cuando la dirección del colegio descubrió lo que estaba sucediendo se clausuraron los bebederos, pero dos niños de 9 y 10 años empezaron a sentir molestias y fueron trasladados al PAC (Punto de Asistencia Continuada).

«Yo no sé hasta qué punto podemos hablar de intoxicación o más bien de sugestión, porque realmente habían bebido de los grifos pero también había mucho nerviosismo y a lo mejor se pusieron nerviosos», apuntó el director del centro, que está ubicado en la calle De les Creus, a los pies del Puig de sa Font.

La dos niños afectados fueron remitidos luego al Hospital de Manacor, acompañados de sus padres, y las pruebas médicas a las que fueron sometidas no arrojaron ningún dato preocupante. Al día siguiente, sin embargo, regresaron al hospital y se les realizó otros análisis, que tampoco pusieron de manifiesto que se hubieran intoxicado con raticida.

La Policía Local y la Guardia Civil fueron informados del incidente en el colegio Jaume Fornaris y se ha abierto una investigación para aclarar quién impregnó de raticida los grifos. Ayer los agentes de la Benemérita regresaron al centro docente y realizaron una serie de indagaciones. «No podemos saber si ha sido alguien de dentro del colegio o de fuera. Ahora lo están investigando», aclaró Tomeu Jaume.

El director explicó que por las tardes, cuando el colegio público ha cerrado sus puertas, es habitual que grupos de niños salten la valla y jueguen en el patio. «Lo hemos denunciado muchas veces, pero nadie hace nada por evitarlo. Tiran piedras a las tejas y un día rompieron 200. En otra ocasión rompieron las persianas de madera y otra vez robaron ordenadores. Cada año presentamos denuncias varias por incidentes. La Policía lo sabe y nosotros pedimos que hagan rondas por los alrededores del colegio, para controlar la situación.