El primero de ellos, Bartolomé P.R., admitió que a veces «besaba y tocaba» a la niña, aunque siempre era «mientras jugaban». El acusado afirmó que la menor «experimentaba cosas» con él para luego probar con sus compañeros de colegio, y que la pequeña le quería mucho, «no como a un padre sino como a una pareja».
En su declaración, el acusado comenzó explicando que la pequeña era al principio «muy arisca» con él, y que le pegaba pisotones, pellizcos, mordiscos y golpes. Sin embargo, con el tiempo comenzó a «apreciarle» y le hacía comentarios un tanto lascivos cuando la madre no estaba delante. El acusado afirmó incluso que «a veces sí respondía a sus insinuaciones, aunque sólo para que se conformara».
En dos de estos episodios, el adulto y la menor fueron descubiertos por la madre. El primero tuvo lugar en el salón. Según el acusado, la niña averiguó el código del canal pornográfico y le mostró un fragmento de una película, justo en el momento en el que la madre entraba por la puerta. En otra ocasión, la madre entró en el cuarto mientras él le besaba una nalga a la pequeña.
Sin embargo, el inculpado negó haber mantenido relaciones sexuales con ella, afirmando que todo se debe a una «estrategia» de la madre y de su propia hermana para quedarse con un piso familiar. De hecho, la hermana declaró que Bartolomé abusó de ella cuando eran niños.
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