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JAVIER JIMÉNEZ-J.SOCIES
«A las cuatro de la tarde escuché un grito y media hora después otros dos más fuertes». Una vecina de Katherine explicó ayer que los alaridos que escuchó procedían, casi con toda seguridad, del chalet de la alemana asesinada.

Todo el vecindario quedó ayer conmocionado por la tremenda noticia y algunos residentes, compatriotas de la víctima, se sumaron de forma espontánea a las tareas de rastreo que la policía realizó en Cala Murada, en busca del arma homicida o de algún indicio de lo ocurrido. Otra de las amigas de Katherine contó que a las tres de la tarde la había visto planchando en su casa, tranquilamente, y que dos horas después le contaron lo que había ocurrido: «No me lo podía creer, es terrible», acertó a añadir. Otro de los vecinos de Cala Murada, que conocía a la fallecida y a su compañero sentimental, recordó que a Katherine le quedaban tres meses para jubilarse, y trabajaba en un hotel de las proximidades. Tenía una hija, pero vive en Alemania y ayer por la tarde todavía no había sido informada por la policía del desenlace fatal. Messerer, el compañero, también tiene una hija, pero no vive en la Isla. La asesinada llevaba unos 20 años en Mallorca.