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EFE-ROMA
Tras la detención del líder máximo de la Cosa Nostra, Bernardo Provenzano, el fugitivo más buscado de Italia, la Policía intenta capturar ahora a los hombres que en los últimos años ayudaron al «jefe de jefes» a permanecer en la sombra.

Menos de 24 horas después del arresto, que ha decapitado a una de las organizaciones criminales más poderosas de Europa, los mismos investigadores y agentes detuvieron a tres colaboradores de Provenzano en Corleone, la comarca natal y feudo del capo mafioso.

Los últimos capturados son «corleoneses» acusados de «cuidar de las comunicaciones y la logística» del número uno de Cosa Nostra, al que hacían llegar ropa, comida y los famosos «pizzini» (papelitos mecanografiados) que usaba para comunicarse con su familia y sus colaboradores.

Se trata del pastor Bernardo Riina y de Calogero y Giuseppe Lo Bue, padre e hijo, este último representante de aspiradores y colega de trabajo de uno de los hijos de Provenzano, Angelo, que vive en Corleone con su madre.

La Policía cree que los tres formaban parte de una amplia red de «carteros» y encubridores que los investigadores tratan de desmantelar gracias, entre otras cosas, al contenido de varias cartas de líderes mafiosos locales encontradas en la casa de campo que servía de escondite al capo.

En ellas se abordan cuestiones como la gestión de contratas públicas y aparecen muchos nombres que hasta ahora habían estado fuera de las investigaciones de los fiscales sicilianos, según fuentes de la policía.