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Una brillante investigación de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Pollença ha enviado a la cárcel a un presunto pederasta italo-argentino que hace unos días abusó de una niña de ocho años en presencia de su hija, de la misma edad.

Durante la caminata la víctima comentó, inocentemente, que sufría algunos dolores de estómago y el compatriota le explicó que tenía «ciertos poderes» que le permitían curar con las manos. Apartó a la pequeña del camino y con la excusa de buscar el origen de su dolor comenzó a tocarle en sus partes íntimas. A pocos metros se encontraba su hija, aunque no se ha determinado si presenció la secuencia. La agredida se puso muy nerviosa y Daniel interrumpió los abusos, temeroso de que se pusiera a gritar. De vuelta de la excursión las dos familias se despidieron y la niña comenzó a comportarse de una manera muy extraña.

Daniel C., de 54 años, carecía de antecedentes policiales y trabajaba como comercial en una empresa de Palma. Estaba separado y el pasado fin de semana acudió con su hija a un cámping de Lluc, en el término de Escorca. Allí conocieron a otra familia argentina y las dos niñas, de la misma edad, trabaron amistad enseguida. Al día siguiente, domingo, Daniel propuso una excursión a las dos menores y los otros padres accedieron, sin sospechar nada.

Sus padres repararon en esa actitud alicaída y tras hablar con ella consiguieron aclarar lo que había ocurrido en la montaña, durante su ausencia. El matrimonio, rápidamente, acudió al cuartel de la Guardia Civil para presentar una denuncia y la Policía Judicial de Pollença se hizo cargo de la investigación. Se entrevistaron con la víctima, que estaba muy afectada, y luego buscaron y localizaron al sospechoso. Procedieron a su detención por un delito de agresión sexual y en un hábil interrogatorio obtuvieron la confesión que, a la postre, le ha llevado a prisión.

Ayer por la mañana el italo-argentino fue trasladado a los juzgados de Inca y en presencia del fiscal confirmó la versión de los tocamientos amparándose en que tenía conocimientos como curandero. Al ser la víctima una menor el juez ordenó el ingreso en prisión de Daniel. Las fuentes judiciales consultadas indicaron que cuando se trata de un delito de tocamientos sexuales, y no de violación, es complicado conseguir que el imputado sea encarcelado, y sobre todo si carece de antecedentes policiales. En el caso del italo-argentino, sin embargo, la investigación benemérita ha facilitado la resolución judicial. La menor agredida deberá ser sometida a un seguimiento por si sufre secuelas psicológicas derivadas de la agresión sexual que sufrió.