Momento en que empleados de la empresa funeraria trasladan el cuerpo de la fallecida. Foto: MIQUEL ÀNGEL CAÑELLAS

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JAVIER JIMÉNEZ/EMILIO LÓPEZ/P.M.
Poco después de las diez y media de la noche de ayer Gregorio G.P., de 45 años de edad, llamó a la sala del 092 y dijo que acababa de tener una discusión con su mujer y que ésta «se ha caído al suelo». De inmediato se desplazaron al lugar, una planta baja señalada con el número 11 (A) de la calle Armador Baltasar Valentí, en es Vivero, patrullas de la Unidad Nocturna y de la UII de la Policía Local. El hombre les estaba esperando y cuando los agentes entraron se encontraron con que la mujer estaba tendida en el suelo del salón comedor, sin vida. Por su parte, el hombre presentaba una serie de arañazos en distintas partes del cuerpo. Poco después llegaron patrullas del CNP, inspectores del Grupo de Homicidios, de Policía Científica, ambulancias y psicólogos.

Del matrimonio han nacido tres hijos, una chica y dos chicos, los tres menores de edad, y uno de ellos se encontraba presente en la casa cuando se produjo la discusión, que derivó en la muerte de la mujer. El adolescente pensó que su madre estaba inconsciente cuando cayó al suelo, y al decirle que estaba muerta sufrió una crisis nerviosa, lo mismo que los otros dos hijos y familiares de la fallecida. Del primer examen del cadáver se deduce que la mujer fue estrangulada con un cinturón, y presuntamente a manos de su marido.

El hombre fue trasladado en principio al PAC de Son Pizà por policías locales, y posteriormente a Son Dureta para hacerle una serie de pruebas. Los médicos decidieron que quedara ingresado en la Unidad de Psiquiatría del Hospital. En la calle donde ocurrieron los hechos había una decena de vehículos policiales y salieron a la calle la gran mayoría de vecinos. Sobre la medianoche llegó la comisión judicial. El lugar donde se produjo el crimen es un edificio de dos plantas y la familia llevaba un año y medio, más o menos, residiendo en la misma.

Al conocer la muerte de la mujer se produjeron emotivas escenas de dolor por parte sobre todo de los hijos, uno de los cuales, el que estaba presente cuando ocurrieron los hechos, no daba crédito a lo ocurrido y seguía llamando a su madre.