El menor paseaba por la calle Formentor del Port de Pollença junto a un grupo de familiares y amigos cuando la persiana se desprendió de un cuarto piso. Foto: ELENA BALLESTERO

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Pasadas las once y media de la mañana de ayer José María Olle Vanús, de cuatro años de edad, paseaba por la calle Formentor, en es Port de Pollença, con un grupo de amigos y familiares. Cuando se encontraban a la altura del edificio señalado con el número seis, la fatalidad hizo que se desprendiera una persiana de madera, del cuarto y último piso, y que impactara de lleno contra la cabeza de José María. Los familiares mayores, transeúntes y entre ellos un regidor se acercaron al lugar, mientras se llamaba a la Policía Local y se desplazaban varias unidades. Un agente dio los primeros auxilios al pequeño, del que ya se le detectaba un estado muy grave, en realidad crítico. Se dio entonces aviso al 112 y se activó el plan de emergencias, desplazándose una UVI móvil y efectivos del Equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Pollença, que efectuaron el atestado de lo ocurrido. El gravísimo estado del pequeño hizo que se pensara en la posibilidad de su traslado al Hospital de Son Dureta en un helicóptero, y que el niño fuera recogido de la base del Port. Pero finalmente se decidió que la ambulancia iniciara el trayecto hacia Palma, y que en todo caso el helicóptero recogiera a la víctima por el camino. La Policía Local activó una 'Alerta Verde' para facilitar la salida de la ambulancia hacia la carretera. Pero por desgracia minutos después el niño dejó de existir.

En el momento del accidente José María iba cogido de la mano de un familiar, que no resultó herido. El pequeño estaba en Mallorca con sus padres, residentes en Barcelona, pasando unas vacaciones en la zona de Formentor. La persiana que se desprendió estaba podrida y en el piso residen unos ciudadanos británicos. Ayer era día de mercado en es Port de Pollença por lo que, además de ser una calle muy transitada en verano, ayer lo estaba todavía más.

Las numerosas personas que fueron testigos, unas de lo ocurrido y las otras del estado en el que quedó el niño, quedaron muy afectadas. Casi una hora después permanecía en el lugar del accidente la persiana, con grandes manchas de sangre sobre la acera. El 112 puso a dos psicólogos a disposición de los familiares del niño fallecido.