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Acabo de llegar del tanatorio privado de Inca y les confieso que he estado algunos segundos pensando cómo comenzar esta crónica, y es que ¿saben ustedes?, se trata de la crónica del adiós a un amigo, Andreu Massanet, sin olvidarnos de su madre política, María Contreras. Acabo de constatar lo que ya se sabía, que Andreu tenía cientos, miles de amigos. En la explanada del tanatorio había decenas de vehículos de Protección Civil, supongo que de todas las localidades de la Isla -y digo supongo porque me ha sido imposible contarlos a todos-, y cientos de voluntarios con sus uniformes. Estaban también los directores generales de Interior y Emergencias, Joan Rotger y Joan Pol; Francesc Antich; Antoni Torres (ex director general de Interior); Jordi Bayona; Bernat Coll, (alcalde de Lloseta); Mariano Medina (jefe de la Policía Local de Lloseta); guardias civiles de Binissalem y decenas de vecinos de Lloseta y, por supuesto, los familiares de los dos fallecidos. Los voluntarios de Protección Civil y los agentes llevaban un lazo negro en el uniforme. El cuerpo de Andreu Massanet estaba vestido con el uniforme de jefe de la Agrupación de Protección Civil de Lloseta, con la gorra y un muñeco entre sus manos.

A las siete de la tarde la comitiva partió del tanatorio de Inca hacia Lloseta. Estaba encabezada por un vehículo de la Policía Local y detrás todos los vehículos de Protección Civil y de la Guardia Civil, que daban escolta a los dos coches fúnebres. Maria Nadal, compañera de la Delegación de UH en Inca, cuenta que al llegar a Lloseta se bajaron los ataúdes a la altura del bar Jove, y fueron llevados a hombros por voluntarios de Proteccion Civil hasta el cementerio, a unos 400 metros. Allí, en la explanada, estaban estacionados todos los vehículos de Protección Civil, Policía Local y Guardia Civil, que hicieron sonar las sirenas y encendieron las luces destelleantes al unísono, mientras que cientos de personas aplaudían al paso de los ataúdes.

El rector de Lloseta pronunció unas palabras, elogiando a los dos fallecidos y con un recuerdo especial para Andreu. Hubo momentos muy emotivos, alguna que otra lágrima y resignación por el amigo que se ha ido y por su madre política. La esposa de Andreu saldrá pronto del hospital y el hijo mayor se recupera. Pero anoche las noticias sobre el estado de Aina Maria, la pequeña de tres años, eran preocupantes: se debatía entre la vida y la muerte.