Las víctimas vivían en un tercer piso de la calle Morlà desde hacía sólo unas semanas. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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EMILIO LÓPEZ-PEP MATAS
Ligia García Damirán, nacida en la República Dominicana y nacionalada española, de unos 40 años de edad y sus dos hijas, Samantha y Carolina, de 12 y 8 años respectivamente, fueron halladas muertas ayer por la tarde en el interior de su domicilio, situado en el número 17 de la calle Morlá de Palma. Cada una de ellas tenía un disparo en la cabeza.

La voz de alarma la dio sobre las 14.20 horas el compañero sentimental de la mujer, Pablo Riquelme, que es funcionario del Cuerpo Nacional de Policía en situación de segunda actividad, y durante años ha sido secretario regional del Sindicato Unificado de Policía (SUP) de Balears. Riquelme, que actualmente tiene un establecimiento de autolavado de coches en la misma manzana de la vivienda en que sucedieron los hechos, subió al domicilio después de comer y avisó por teléfono a un amigo suyo policía quien, a su vez, alertó al 091.

Los inspectores del Grupo de Homicidios llegaron al lugar y realizaron una primera inspección ocular. En principio parecía que la hipótesis era que la mujer habría matado a tiros a sus dos hijas con el arma reglamentaria del marido, suicidándose a continuación de un disparo. Los cuerpos de las niñas estaban desnudos en sus respectivas camas, mientras que el de la mujer estaba tumbado sobre la cama de matrimonio. Con la ayuda del forense, determinaron que las tres habían fallecido bastantes horas antes, entre la medianoche y las primeras horas de la madrugada.