El suicida, de 52 años, se autolesionó en la calle Joan Crespí. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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PEP MATAS/EMILIO LÓPEZ
Un hombre de 52 años de edad, de nombre Francisco, entró ayer al mediodía en un bar ubicado en el número 57 de la calle Joan Crespí, en Palma. El local está regentado por un ciudadano chino que nunca antes había visto al hombre. Éste, de nombre Francisco, traspasó la barra, accedió hasta la cocina y cogió un cuchillo de grandes dimensiones ante la mirada atónita del cocinero, que en principio pensó que el suicida se estaba dirigiendo a los aseos. El hombre dio la vuelta y se encaminó a toda prisa hacia la calle con el cuchillo en sus manos.

El cocinero le siguió y comenzó a dar gritos de aviso para que alguien llamara a la policía, llegando incluso a forcejear con el hombre para recuperar el arma blanca. Ya en plena calle, el hombre se topó con un trabajador de una inmobiliaria cercana, que retrocedió asustado pensando que le iba a apuñalar. Sin embargo, y ante la perplejidad de los testigos, el hombre se clavó el cuchillo en la zona del estómago, sacándoselo y volviendo a clavárselo hasta en cuatro ocasiones, apoyándose incluso en la pared para que las puñaladas tuvieran una mayor profundidad.

En un primer examen parece que las heridas no eran mortales, pero sí el hecho de que el suicida movía con fuerza el cuchillo cuando lo tenía clavado dentro de su cuerpo, lo que le produjo importantes destrozos en órganos vitales. Francisco recorrió unos cuatro metros hasta que cayó fulminado al suelo, permaneciendo durante algunos instantes de rodillas. Numerosas personas que pasaban en aquellos momentos por la calle fueron testigos de lo ocurrido, y agentes de la Policía Local fueron los primeros en personarse, reclamando la presencia urgente de una ambulancia del 061.

Pero los médicos no pudieron hacer prácticamente nada más que certificar su muerte. Las diligencias fueron traspasadas al Cuerpo Nacional de Policía, trasladándose al lugar inspectores del Grupo de Homicidios y de la Policía Científica. De las primeras investigaciones, parece que el hombre sufría una fuerte depresión, y se confirmó que no era conocido en la zona. El cadáver fue trasladado al Instituto Anatómico Forense, donde le será practicada la autopsia. El cocinero tuvo que ser ingresado debido a una fuerte crisis nerviosa. El bar permaneció cerrado el resto del día, y lo mismo hicieron otros establecimientos cercanos.