La policía y la Guardia Civil acordonaron el acceso al polígono para evitar que alguien resultara intoxicado.

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Un total de 24 bomberos -cinco parques al completo- combatieron ayer durante horas las llamas que devastaron una nave industrial del polígono de Can Picafort y que redujeron a cenizas un total de 14 embarcaciones de recreo. Otras cuatro lanchas resultaron afectadas, con lo que las pérdidas son millonarias.

Hasta las seis de la tarde la situación no estuvo controlada y al cierre de esta edición todavía quedaban rescoldos ardiendo en la nave, de la que salía aún humo. Un retén de guardia pasó la noche en el polígono de Can Picafort, en previsión de que el siniestro se reavivara. De las 18 lanchas del interior de la nave, 14 fueron pasto de las llamas y las otras cuatro restantes resultaron con desperfectos de distinta consideración. La estructura del local quedó seriamente dañada y el techo de uralita se vino abajo. Hoy está previsto que los técnicos decidan si las instalaciones tienen que ser demolidas, tal y como parece. Sobre el origen del incendio, los bomberos no descartan ninguna hipótesis, pero la que cobra más fuerza es la de un cortocircuito, según confirmaron fuentes de la investigación.

A las dos y cuarto de la tarde un trabajador de uno de los locales vecinos detectó una humareda en la nave de Amura Nautic, y dio la voz de alarma. En cuestión de minutos se levantó una humareda imponente, que era visible desde Artà, y la Policía Local y la Guardia Civil acordonaron los accesos al polígono, para evitar que los curiosos se acercaran en exceso. Los Bombers de Mallorca, mientras tanto, pusieron en marcha un dispositivo de máxima urgencia, y su responsable, David Rotger, coordinó la operación. La directora de Emergencias, María José Rodríguez, fue informada en todo momento de la situación. El peligro radicaba en que las llamas se extendieran a otras naves vecinas. El espectacular despliegue de medios técnicos y humanos evitó, afortunadamente, esta posibilidad.