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EFE-YAKARTA

Funcionarios civiles y policías de Nias, situada a unos 125 kilómetros al oeste de Sumatra y hasta no hace mucho paraíso de surfistas, dijeron al canal nacional de televisión que al menos 290 personas habían perecido sepultadas por los escombros de los edificios destruidos por el seísmo.

«Estoy seguro de que decenas de personas han muerto», declaró ayer a la televisión local el vicegobernador de las Nias, Agus Mendrofa. «Hay cerca de 10.000 refugiados en las montañas de Sitoli en este momento. Todo el mundo tiene pánico, intentan salvar a sus familias», informó el vicegobernador, con voz entrecortada y visiblemente confuso.

Según Mendrofa, también les consta que al menos dos o tres edificios grandes se han derrumbado y la policía busca supervivientes entre los escombros. El seísmo se produjo a las 23.09, hora local (16.09 GMT), y se situó en el mar, a 30 kilómetros de profundidad y a 205 kilómetros de Sibolga, en la costa occidental de Sumatra. Toda la isla fue sacudida por el terremoto, que duró entre dos y tres minutos y pudo sentirse también en Tailandia, Malasia y Singapur.

En Calang, en la costa occidental de Aceh, voluntarios españoles de la ONG Médicos del Mundo declararon que buscaron una zona segura y la población se ha refugiado en la colina cercana que les salvó hace tres meses de las olas gigantes y en la que la mayoría vive desde entonces.

Más del 70 por ciento de los 9.000 residentes de Calang fallecieron el pasado 26 de diciembre y muchos no habían superado todavía el trauma de la pérdida de decenas de familiares y conocidos. «Pánico total entre la población, la policía ha anunciado con altavoces que no pasaba nada, pero han evacuado a la colina», dijo Cristina Miñana, coordinadora en Aceh de Médicos del Mundo. En Banda Aceh, la capital provincial, las calles estaban colapsadas de coches, motocicletas y gente que corre asustada para alejarse del mar mientras la policía pide tranquilidad.

«Vuelvan a sus casas. Sólo ha sido un terremoto, el agua no va a venir», repiten sin cesar con megáfonos en todos los barrios de la capital. «Mucha gente de la ciudad se ha ido al campo de refugiados, hay mucha gente allí ahora. El terremoto fue muy fuerte y largo, todos estamos fuera de casa», declaró por teléfono Muhammad Daud Basyahit, residente de Banda Aceh, que no sufrió el anterior seísmo porque se encontraba de peregrinación en La Meca.