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F.R.
Daiana Ritter, compañera sentimental del «rey de la cerveza» Manfred Meisel, asesinado en su finca en s'Aranjassa junto a su hijo, Patrick, y su empleada Claudia Leisten, habla por primera vez de su vida después del cruel acontecimiento de hace siete años.

En una entrevista concedida al «Mallorca Magazin» da credibilidad a la versión de los hechos que ha publicado estos días Ultima Hora. «Nunca creí en las versiones de mafias o de ajustes de cuentas. Nunca nos sentimos amenazados», señaló. «En cambio, mucha gente sabía que Manfred tenía dinero en la finca. Los testigos que en su día hablaban de mafias apenas conocían a Manfred», según Daiana.

Al leer la noticia de que la policía española está buscando a personas sospechosas, se emocionó: «Todos los recuerdos han vuelto de golpe. Espero que los responsables sean capturados. Es la primera noticia después de cuatro años».

Durante los primeros dos o tres años se desesperó preguntándose una y otra vez «quién lo hizo, cómo y por qué». Al final, y al cabo de siete años, «he perdido todo: mi hombre, mi hijo, mi trabajo». Ahora hay un poco de paz en su hogar. Pero nada de tranquilidad. Dos niños alborotan con un perro y un gato, de la habitación de al lado salen los gritos de un loro. En el aniversario de la tragedia y también en los cumpleaños de su marido y de su hijo Daiana piensa mucho en los muertos. De hecho, no hay día que pase sin ellos en la mente.

Esto se debe también al hecho de que Florian, de quien estaba embarazada cuando murió Manfred, se parece cada vez más a su hermano asesinado. «Es alucinante», dice su madre. Él todavía no conoce la triste realidad. Hace tan solo dos meses le contó Daiana que su padre biológico falleció en un accidente. Tiene una hija, Lara, con Sven Massinger, hombre de confianza de Meisel, que después se convirtió en su pareja. Ya hace tres años que no están juntos, pero los dos se cuidan de los niños, y conjuntamente regentan una cafetería.

Por dinero ella no trabaja. «Pero si me paso todo el día en casa sin hacer nada, empiezo a pensar. Trabajando me distraigo». La Finca donde ocurrió el crimen es todavía suya. «Durante mucho tiempo no pude deshacerme de ella. Ahora estoy dispuesta a venderla», explica. El coste de mantenimiento es demasiado alto, y a ella no le gusta estar allí. «Al entrar por el portal ya me entra angustia», desvela.

Daiana intentó regresar a su Alemania natal «pero no pude. El noviembre gris me deprimió». Y regresó antes de un año a Mallorca, donde reside. Ella tiene un hogar con niños felices. Y con una sombra de la que espera poder deshacerse algún día. La sombra de un triple crimen.