TW
0

La Audiencia Provincial celebró ayer la primera jornada del juicio contra Martín A.S., un hombre de 32 años con principio de esquizofrenia paranoide acusado de violar, agredir y robar a una mujer de unos 55 años de edad en s'Arenal hace tres años. La mujer, visiblemente emocionada, explicó que la noche de la violación regresaba sola en coche a su domicilio, en s'Arenal, después de salir de «marcha» por Palma en compañía de una amiga.

En un momento dado se sintió debilitada y decidió parar en un bar a tomarse una tapa. A la salida, y cuando ya se había introducido en el coche y estaba a punto de arrancar, el acusado entró en el vehículo para robarle. La mujer comenzó a gritar y el ladrón, extrañamente, se puso al volante y arrancó el coche «a toda velocidad». El acusado tomó la carretera de s'Aranjassa a Llucmajor, donde sufrieron un accidente al estrellarse contra un muro de piedra. El hombre la sacó del coche, la agarró por un brazo y la arrastró hacia un descampado. «Yo me despedí de mi familia porque me dijo que me iba a matar», indicó. El acusado la abofeteó repetidas veces en la cara, la tiró al suelo y la violó.

Después de la agresión sexual, escucharon las sirenas de la policía que se dirigían al coche, aunque ella no se atrevió a incorporarse. Un rato después se pusieron en pie y ella le ofreció ir a su casa y darle dinero a cambio de que no la matara, por lo que salieron a la carretera e hicieron auto-stop hasta un bar de s'Aranjassa. Allí, el hombre se dirigió al teléfono y llamó a un taxi, momento en que la mujer aprovechó para refugiarse tras la barra y pedir ayuda al dueño del establecimiento, que le hizo caso omiso. «Me dijo que no quería líos y que hiciese el favor de abandonar la barra», indicó la mujer. Durante el juicio, el dueño del bar reconoció que ella le había dicho «algunas palabras», aunque asegura que no las llegó a entender.

Agresor y víctima tomaron el taxi y se dirigieron a la casa de la mujer. El taxista, que conocía previamente al acusado, explicó ayer ante el tribunal que no vio nada raro y que incluso le pareció haber percibido que la mujer olía a alcohol.

Una vez en el apartamento, él la golpeó de nuevo y la tiró al suelo. Luego se dirigió a la cocina y cogió un cuchillo, momento en que la víctima aprovechó para escapar, aunque un par de pisos más abajo logró atraparla de nuevo. La mujer se puso a gritar y uno de los vecinos abrió la puerta. En ese momento logró zafarse y entrar en la casa, por lo que el acusado optó por huir.

La mujer decidió denunciar los hechos ese día y luego fue a Son Dureta, donde se le apreciaron numerosos hematomas en brazos, axilas, rodillas, muslos, espalda, y contusiones y erosiones en las vértebras, mejillas y muñecas, además de erosiones en la vagina.

El acusado afirmó que ambos se conocieron en una discoteca, «flirtearon» y luego ella condujo el coche hasta el descampado, donde mantuvieron relaciones sexuales consentidas porque ella estaba «muy encendida». Ya en casa de la víctima, aseguró que fue ella quien agarró el cuchillo de cocina y le amenazó, por lo que tuvo que agarrarla de los brazos. El fiscal pide para el acusado 17 años de prisión. El juicio continuará hoy con el informe de los médicos forenses.