Al parecer, en los últimas semanas los ataques han sido
frecuentes en la zona. Hace justo un mes, a Llorenç le mataron
nueve ovejas de otro rebaño de 80 animales, por lo que decidió
dividir el rebaño en dos grupos, una iniciativa que ha impedido que
el ataque masacrara a todos sus animales.
«Nadie se explica por dónde han entrado los perros», comentaba
ayer Llorenç, quien indicó que el recinto estaba perfectamente
vallado hasta una altura de casi dos metros. «El único agujero que
hemos encontrado está junto a la cañería del agua y es muy pequeño,
parece muy difícil que hayan podido entrar por allí», indicó.
Tras el ataque Llorenç llamó a veterinarios de la asociación
ADF, y éstos le han confirmado que deberá sacrificar al resto de
animales ante el peligro de que puedan contraer la rabia, por lo
que perderá por completo el rebaño. Precisamente el próximo
miércoles un tratante debía visitar la finca para comprarle unos 70
corderos, que iba a vender a un precio de 60 euros por animal, con
la consiguiente pérdida económica de unos 4.200 euros. «Me dejo 20
horas al día en dos trabajos y me lo quitan todo así, de repente»,
señalaba ayer Llorenç, que denunciaba su situación de desprotección
ante las instituciones. Según aseguró, desde el Govern le han
negado cualquier tipo de ayuda económica y tampoco le han aportado
solución alguna para enterrar las ovejas o incinerarlas en Son
Reus.
Un miembro de Natura Park se desplazó a la finca para ver qué se
podía hacer con las ovejas muertas, aunque finalmente los animales
serán enterrados en una finca del dueño de las tierras donde pacen
las ovejas.
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