María Marroig sufrió dos puñaladas: una en la mano y otra en el cuello. Foto: G.PICÓ

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JAVIER JIMÉNEZ-GUILLEM PICÓ
A sus 78 años María Marroig ha vivido una experiencia traumática: el pasado miércoles de madrugada un ladrón se coló en su casa del Port de Sóller y, al ser sorprendido, la apuñaló por dos veces en el cuello y la mano. Ayer la mujer, todavía con puntos de sutura en las heridas, relató a Ultima Hora cómo había ocurrido todo y se mostró segura de una idea: «Ese hombre me habría matado, pero empecé a gritar y se asustó». El agresor, M.E.G., de 35 años, ha ingresado ya en prisión.

La vivienda de María, que es viuda y vive sola, está ubicada muy cerca del Hotel Rocamar, de camino a la playa d'en Repic. Esa noche abrió las ventanas de su cuarto, en el primer piso de la casa, porque el calor era agobiante. En el exterior M.E.G., un alemán que contaba con antecedentes policiales, merodeaba buscando el modo de acceder al inmueble. Reparó en la ventana abierta, que quedaba a cierta altura, y trasladó hasta ahí una mesa que encontró en una propiedad vecina. Luego trepó y se coló en la casa, sin saber que en ese mismo cuarto dormía María Marroig. «Yo no me enteré de nada hasta que quiso salir otra vez. Se ve que ese hombre bajó a la entrada y registró muchos cajones. Se llevó unos 15 euros y de la despensa cogió una ensaimada, una coca y seis danones. Cuando volvió a subir me rozó y yo me desperté», recuerda. El susto de la señora fue mayúsculo. De improviso, aún adormilada, se encontró con un extraño en su dormitorio. Apenas podía escrutar su figura, porque estaba entre sombras, pero un dolor intenso en una de sus manos la alarmó aún más. «Me clavó un cuchillo en la mano izquierda y luego me intentó poner un trapo en la boca. Yo empecé a gritar y pedí ayuda a mi vecino, y eso fue precisamente lo que me salvó», opina María. La septuagenaria voceó: «¡Toni, Toni!», que es el nombre de su vecino, y el ladrón debió de creer que era un familiar que dormía también en la casa, por lo que se precipitó rápidamente por la ventana desde la que había entrado. Antes, sin embargo, la apuñaló nuevamente, esta vez a la altura del cuello. «No me di ni cuenta, pero me encontré en la cama llena de sangre. No sabía qué hacer, fue todo tan rápido... Luego vinieron mis vecinos y me ayudaron», cuenta. En el centro médico de la localidad examinaron las dos heridas incisas y comprobaron que, afortunadamente, no revestían excesiva gravedad. Al corte de la mano izquierda le aplicaron seis puntos de sutura y al del cuello tres.